Un beso, una caricia o un encuentro íntimo, además de expresar un deseo también están manifestando una vibración energética. Lo que más predomina en ti es lo que más atraes. Cuando piensas mal de otro te estás señalando a ti mismo. El mal no se encuentra fuera sino dentro, cuando este lo proyectas te estás conectando con lo que te es correspondiente.
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No existe el azar sino la causalidad. Todo pensamiento está emitiendo una vibración que está creando una realidad, un efecto y su consecuencia. Nadie te contamina, tú te hayas previamente contaminado por tus creencias. Nadie te hace un mal, tú te lo haces de manera inconsciente por tu actitud y manera de pensar.
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La inseguridad afectiva consiste en el desamor que ejerces sobre ti mismo, evítese confundir con aquello que esperas recibir de otros para sentirte bien. Cuando amas con miedo te sientes vacío, esto te produce la necesidad y el dolor llega cuando se produce la frustración. Cuando amas con libertad vives en la verdad, cuando amas con necesidad te encuentras en la ficción.
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Un amor condicionando es la antítesis del mismo, por tanto eso no es amor sino una expresión del temor. El amor no alberga requerimientos, de lo contrario dejaría de ser amor, en donde existe el miedo prevalece la necesidad y al mismo tiempo la propia negación que es contraria al ejercicio del amor.
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El amor no es algo que se recibe sino que se genera, no es algo que se pide sino que se comparte, no se trata de obtenerlo sino de expresarlo. El amor no se entrega se irradia, no se promete se vive, no se espera se lleva, no se obliga se elije. Toda vez que exista una confusión sobre la naturaleza del amor, se propiciará cualquier tipo de conflicto, de drama o disfunción. El amor no tiene nada que ver con la necesidad o la posesión de otro, sino con la afirmación de lo que realmente sientes y ejerces por ti.
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© Ari Shemoth / Coach Ontológico
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