TODA LA VIDA ES VIDA

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TODA LA VIDA ES VIDA

 

 

En mi opinión, esta frase tanto puede aparentar una cosa tan obvia y evidente que la deje sin valor y sin asombro, como puede ser digna de olvido por ser incomprensible, o puede convertirse en un excelente revulsivo que acabe poniendo las cosas en su sitio en el asunto de lo que es la vida y de cómo entenderla a partir de ahora.

 

Es demasiado básica la idea: “Toda la vida es vida”, claro, ¿qué otra cosa va a ser? A primera vista parece que esto no requiere darle más vueltas, pero… si se traspasa esa aparente memez inicial y uno se permite ir más allá y trata de encontrar qué es lo que realmente significa -y para eso es imprescindible deshacerse de los prejuicios y desatornillar las ideas fijadas a las que nos aferramos y no permitimos evolucionar-, uno se puede llevar una agradable sorpresa.

 

Toda la vida es vida. Todo en la vida es vida. No se puede sacar de esa ecuación lo que no nos gusta, lo que no deseamos, sino que TODO forma parte de esta vida en la que nos encontramos. Y así hay que aceptarlo, porque así es.

 

Lo que es agradable, satisfactorio, o maravilloso, es fácil de recibir porque es placentero, alegra nuestros sentimientos y nos pone una sonrisa en la boca, en la mirada y en el corazón.

 

Lo que es desagradable,  ingrato, o indeseable, casi siempre lo recibimos desde el rechazo y no lo acogemos con la misma facilidad. No digo yo que haya que recibirlo con entusiasmo y dándole una entusiasta bienvenida –no estamos tan evolucionados como para eso-, pero sí veo conveniente recibir lo inevitable como lo inevitable que es, y ya que está, ya que hay que pasarlo, hacerlo del mejor modo posible. Y el mejor modo tal vez sea poniendo de nuestra parte objetividad, comprensión, colaboración, y haciéndolo desde la observación atenta de lo que realmente es por detrás de lo que aparenta, y aplicándolo directamente a nuestro aprendizaje y evolución.

 

Toda la vida es vida porque todo instante se nos va sumando al bagaje de lo que vivimos. Los momentos perdidos son vida, aunque sea una vida vacía y desperdiciada. Los momentos tristes son vida, y los de llorar, y esos otros que están cargados de felicidad y de risas y de emociones placenteras, y también los que pasamos en la impagable compañía de algunas personas.  Todo es vida. Y es una lástima que se empiece a apreciar más el tiempo de vida cuando ya queda poco. En la juventud y en la primera parte de la adultez parece que la vida va a ser eterna y que los que envejecen y mueren son los otros, así que… ¿para qué preocuparse si quedan tantos años por delante? Así se piensa hasta que uno se da cuenta de que ya no quedan tantos, si acaso quedan 20 aunque puede que también sean sólo 10; llegado ese momento, al acostarse uno hace un inventario o un balance de cómo ha invertido ese día –que es uno de los pocos que le van quedando- y el resultado casi nunca es satisfactorio.

 

Nos hace falta una toma clara de conciencia y consciencia de esa frase. Podemos hacer que gran parte de esta vida sea del propio agrado, y que contenga durante la mayor cantidad de tiempo posible las cosas que nos gustan, que haya satisfacciones o paz, pero… siempre habrá algo que no podremos controlar, algo que aparecerá aún a pesar nuestro, y eso tendremos que vivirlo también y tendremos que añadirlo a esta experiencia de vivir en el mundo y a lo que será ese conjunto de tiempo y sucesos que conforman cualquier vida.

 

Hay que ser razonable y admitir que en nuestra vida haya, también, cosas que no sean de nuestro agrado. Hay que dejar de luchar inútilmente contra lo que es inevitable, hay que aceptar la impotencia y la vulnerabilidad como algo que también tiene su derecho a estar y a formar parte del conjunto indisoluble que somos.

 

Es más adecuado no desperdiciar el tiempo peleando en batallas que tenemos claramente perdidas. El conjunto de la vida contiene tanto maravillas como sufrimiento, tanto felicidad como desencantos. Todo es vida. Amar y ser amado es vida. Llorar y reír es vida. Aunque no lo comprendamos en este momento, y aunque algunas de las cosas que nos suceden provocan un doloroso desagrado, es muy posible que todas las cosas que nos ocurren tengan un sentido –que en este momento no sabemos comprender- y que algún día aceptemos que nos sirvieron de aprendizaje para algo que más adelante nos fue necesario.

 

La sugerencia es que no afrontes con mal talante las cosas que te ocurran en la vida, sean las que sean, porque toda la vida es vida.

 

Me gustará que esta lectura te lleve a revisar todo este asunto. Tal vez sea bueno para ti que revises qué haces con las cosas que te suceden aunque no te gusten y si es conveniente tener tolerancia a la frustración y no permitir que te afecten más allá de ser un desagrado temporal pero sin llegar a afectarte grandemente.

 

Te dejo con tus reflexiones…

 

Francisco de Sales

 

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