SUFRIR MENOS, SUFRIR MEJOR

Hay quienes piensan que Buda o Jesús luego que alcanzaron la iluminación no sufrieron, pero ellos siendo humanos no pudieron liberarse del sufrimiento. Cristo sufrió la agonía en el huerto de los olivos, Buda dejó a su familia para internarse en el bosque y tuvo que hacer una labor interior para desapegarse de la necesidad de una familia.

Así como la flor de loto necesita del maloliente fango para crecer y florecer, así los seres humanos necesitamos del sufrimiento para evolucionar y desarrollarnos espiritualmente. Es imposible huir del sufrimiento o negarlo en nuestras vidas. Mientras estamos vivos estaremos expuestos a quebrantos, desilusiones y lamentos. Así como no podríamos apreciar las estrellas sin la oscuridad de la noche, tampoco apreciaríamos la felicidad sin haber superado el dolor.

No creo en el masoquismo, tampoco considero normal y  necesario auto-flagelarnos, bastante tenemos en nuestra vida cotidiana como para añadir más cargas y pesares a nuestros corazones de carne. Los sentimientos nos permiten explorar nuestro ser interior, y el sufrimiento nos aguijona el alma para pulir las aristas de nuestros egos.

Muchas veces nos preguntamos, ¿Por qué el inmerecido trato? ¿Por qué las relaciones difíciles? ¿Por qué los distanciamientos entre familiares que nos hieren el alma? ¿Por qué la desidia, la postergación o la indiferencia? ¿Cómo es que inexplicablemente muchos nos dan las espaldas, nos señalan, nos juzgan o nos critican sin conocernos y se adelantan a dar opiniones sin fundamentos? ¿Por qué la desgracia o la enfermedad? ¿Por qué la gente buena es expuesta al maltrato, abuso, opresión, sometimiento,  injusticia, manipulación y humillación?  ¿Por qué Dios permite el mal, los desastres naturales, los siniestros y los accidentes?

En mi largo caminar también espinoso y angosto, he atravesado yo misma muchos momentos de angustia y superado dolorosos desencuentros. Muchas veces he dado con la manos llenas y el corazón expuesto y abiertamente he sido injuriada, rechazada y malinterpretada. Pero hoy he comprendido que eso me permitió desarrollar muchas virtudes como la paciencia, la tolerancia y la compasión. He soportado relaciones inmaduras que me hicieron madurar, relaciones tóxicas que me obligaron a cambiar de ruta y desapegarme de excesos y vanas complacencias. También me he visto obligada de alejarme de personas muy queridas para crecer. También tuve que desprenderme de afectos ilícitos que me impedían vivir con limpieza de corazón y así aprendí a hacerme responsable de mis buenas o indebidas elecciones. Reconozco que no fueron decisiones fáciles, antes bien fueron muy valientes, pero aún con todo el dolor de aquel aprendizaje salí fortalecida con virtudes que me parecían inalcanzables como la renuncia.

Nuestra vida diaria gira en torno a nuestras relaciones, podemos tener nuestra vida material resuelta, ganarnos la vida con un oficio que nos apasiona y tener diestros colaboradores pero si nuestras relaciones familiares son conflictivas y nos sentimos incapaces de comunicarnos con nuestros seres queridos sufriremos. Todas nuestras relaciones deben estar en paz y además deben nutrirnos con afecto para vivir sanos y felices. Si nuestras relaciones fallan, nuestro vida emocional puede conducirnos a severas depresiones, desalientos y desengaños.

Es fundamental hacer una revisión de nuestras relaciones, y con total sinceridad limpiar nuestros corazones. Sufrimos cuando tenemos expectativas respecto a la conducta ajena, y en realidad somos 100% responsables de nuestros sentimientos y actitudes. Si algún alimento nos hace daño e insistimos en comerlo nos enfermaremos, pues lo mismo sucede con las relaciones humanas si éstas son tóxicas e insistimos en mantenerlas definitivamente nos perjudicarán no sólo la salud psico-emocional sino también la física y la espiritual.

A veces la ambición, la codicia, el resentimiento, el rencor nos ciegan y nos impiden ver la belleza de la otra persona. Los sentimientos y actitudes negativas son como la neblina en el camino que nos impide ver que el sol sigue alumbrando detrás de esa bruma.

Tres formas de conducta nos pueden salvar de la desesperanza: tener siempre intenciones nobles, vivir agradecidos y actuar con rectitud. He aprendido que los que siembran un árbol a veces no alcanzan a ver los frutos, pero todo lo que sembramos con amor dará sus frutos en su tiempo justo. Así como nosotros al obrar con rectitud estamos bendiciendo a nuestras futuras generaciones, también al obrar irrespetuosamente y atropellando la dignidad ajena estamos llenando de obstáculos la vida de nuestros descendientes.

Es imposible dejar de sentir porque un corazón insensible desfallece y termina paralizándose. Dios nos concedió el privilegio de amar y amar de verdad implica sufrir. Creo firmemente que es inútil el auto-sabotaje, que realmente hacemos daño a los demás por ignorancia cuando no hemos aprendido a amarnos lo suficiente, cuando nos empeñamos en permanecer en el rol de víctimas buscando siempre verdugos o excusas para no ser todo lo grande que somos.

Cuando tenemos miedo, cuando odiamos, cuando señalamos, cuando criticamos, cuando no aceptamos a los demás, también estamos haciendo lo mismo con nosotros mismos. Si nos amamos, nos respetamos,  nos apreciamos, nos conocemos,  nos cultivamos y  nos damos tiempo para cultivar silencio interior, estamos viviendo conectados con nuestra divinidad y desde ese centro sólo es posible el amor incondicional. Cuando nos amamos siempre admiraremos nuestra belleza interior y la proyectaremos a los demás. Esto que parece tan simple, nos puede tomar toda una vida aprenderlo, por eso los invito a dejar sus roles de víctimas, a despojarse de sus vanidades y desenmascarar a sus egos de miedos e inseguridades. Dejen de lado incertidumbres y temores, despréndanse de perfecciones y fanatismos, suelten las amarras de sus vidas y dejen que sus alas se extiendan para que alcen sus vuelos hacia su grandeza. Las comparaciones son odiosas, los lamentos por lo desperdiciado también, abracen sus imperfecciones, asuman con responsabilidad sus fracasos, sean realistas y acepten sus sentimientos y transformen sus actitudes. Todo lo que necesitan para triunfar está dentro suyo, no es cuestión de cambiar los acontecimientos o las circunstancias es aprender a ser felices en medio de la adversidad y permanecer serenos en las tempestades de la vida.

Aquello que hoy se presenta como trágico, amargo y nos obstaculiza el camino, no es otra cosa que un impulso para elevarnos y trascender las trivialidades mundanas. Un mundo de belleza, fascinación y asombro nos aguarda detrás de las más duras pruebas. Si algo nos perturba, si alguien nos lastima y nos desalienta, junto con el sufrir nos trae una bendición escondida. Tal vez mientras lo sufrimos no lo comprendemos, pero pasado el momento apreciamos su lección. Todo pasa, y lo que hoy adquiere protagonismo debido al malestar que sentimos, mañana apenas será un  lejano mal recuerdo.

Aprendamos de la flor de loto que florece hermosa del maloliente fango, veamos también florecer nuestras virtudes de las relaciones más conflictivas. Nadie se hace santo sin contradicción, hasta las almas más elevadas sufrieron decepciones y fueron malinterpretados. Cuánto escepticismo sufrimos quienes intentamos ayudar con desinterés. Cuántos desengaños padecemos de los seres que más amamos, tan solo para aprender que ninguna relación humana puede superar a nuestra relación con nuestra divinidad.

Que Dios nos conceda paciencia para sobrellevarnos, tolerancia para aceptarnos y mansedumbre para convivir en paz y armonía. Nuestra imperfección humana nos mantiene humildes gracias a que nuestro andar también implica algunas pisadas en falso. Aprendamos a caminar sin pretensiones ni vanidad, y dejemos a cada uno ser lo mejor que pueda ser.

Hemos venido a descubrirnos, y esa es nuestra misión, si logramos conocernos, podremos amarnos mejor y proyectar un sano amor hacia los demás. No exijas la perfección que tú mismo no posees, recuerda que lo perfecto es enemigo de lo bueno y que somos incapaces de juzgar a los demás porque no llevamos puestos sus zapatos. Mi madre me lo repetía, antes de emitir un juicio ligero sobre tu prójimo examínate. Muchos hacemos uso indebido de la palabra y atraemos a nuestras vidas lo mismo que criticamos. Somos dueños de nuestro silencio y esclavos de nuestras palabras, seamos cautos y hablemos con moderación y benevolencia. Todo lo que decretamos con amor y nobleza se manifestará en nuestras vidas a través de las personas convenientes y las circunstancias apropiadas.

Es imposible dejar de sufrir en este plano de conciencia, lo que si podemos es sufrir mejor y no permanecer en un pasado doloroso que siempre debemos estar dispuestos a superar con valentía y determinación. Ser feliz es una decisión, y sólo depende de cada uno de nosotros.

 

NAMASKAR

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