El amor de verdad es el incondicional, el que se da por el mero hecho de darse, sin esperar nada a cambio. El que es una recompensa en sí mismo.
El que no espera a que la otra persona sea como a nosotros nos gustaría que fuera para amarla, sino que la abraza tal cual es, en su momento de su evolución, respetando su camino y comprendiendo que dentro de cada uno de nosotros hay un tesoro que cada uno descubre a su debido tiempo.
El amor incondicional no tira del carro ni de la lengua ni acelera el proceso personal de crecimiento. Simplemente es, y acepta. Por algo es incondicional y por eso abre puertas y derriba muros cuando deseamos que estos sean derribados. No espera pero está ahí, al alcance de la mano para nosotros.
Porque es un amor sin condiciones.
Nuestro amor personal es una joya que se multiplica cuando la entregamos y que se oxida y se devalúa cuando la dejamos guardada en un cofre, donde nadie nos la pueda robar.
Por eso yo quisiera amar siempre incondicionalmente. A veces lo logro y a veces no. Cuando me enfado conmigo misma por no lograrlo, por querer que las circunstancias fueran diferentes o que las personas que amo respondieran a mis expectativas, entonces debo practicar el amor incondicional conmigo misma. Quererme por ser humana y por enfadarme y por ser demasiado exigente o perder la paciencia. Aceptarme como soy.
Ese amor hacia uno mismo es un bálsamo que cura cualquier herida, y digo cualquier con conocimiento de causa. A mí me permite volver a intentarlo. Y me permetirá en algún momento próximo volverme a levantar, nueva, refrescada, enriquecida por la experiencia y lista para volver a empezar. Lo sé del cierto.
Desde ese puerto se pueden llegar a muchos países diferentes que no están más allá de nuestra propia piel.
Te mando todo el amor incondicional que puedas y quieras aceptar.
Gracias por el tuyo.
Comentarios
Yider:
me haces reflexionar sobre el amor.
Gracias bella ser de luz por tu amor y tu cariño.
https://www.youtube.com/watch?v=0l6HmVeqauM#t=224