Una de las tareas más complicadas de la vida es tomar decisiones. No es fácil. Elegir un camino y no otro supone riesgos que hemos de asumir, precios que hay que pagar y posibilidades que tendremos que perder. Por el contrario, también requiere valentía ante lo que hemos elegido y sorpresa por el sentido que tendrá en nuestra vida.
Elegir nos adentra en un mundo de inseguridades donde lo mejor puede que lo vayamos a perder y en el cual la incertidumbre sobre el futuro deja paso a todo tipo de miedos que se agolpan en el momento de decidir.
Nos preocupamos demasiado del futuro cuando éste es siempre mera posibilidad sin cerrar, sin concluir, sin determinar y mucho menos sin configurar.
Aprender a tomar decisiones debería ser una enseñanza incardinada en la escuela de forma prioritaria.
Es muy importante saber lo que uno quiere. Y lo que no quiere. Tanto que me atrevería a decir que ello constituye la base del equilibrio de una persona. Estar seguros de lo que nos hace felices, de aquello que realmente nos colma y de lo que está en sintonía con lo que somos y sentimos significa saber elegir. No lo mejor, ni lo más excelso, ni lo que pudiese calificarse como excelente…sino lo nuestro, lo que nos hace estar bien con nosotros mismos. Porque esa en definitiva es la máxima aspiración de todos cada día.
¡Feliz día!
Enviado por "Mirar lo que no se ve"
Comentarios
buena reflexion la de tomar decisiones afrontando las consecuencias de las mismas.
GRACIAS, NAMSTE