PÁRATE

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PÁRATE

En mi opinión, muchas personas estamos muy despistados en esto de saber estar en el mundo y saber existir, y llamamos vivir a consumir los días uno trás de otro de un modo rutinario, sin apreciarlos, casi como si fuese una obligación impuesta.

Algunos tienen el día muy ocupado, muchos deberes, muchos compromisos, muchas responsabilidades, y casi no tienen tiempo para respirar. Se agota el día y no han tenido tiempo para hacer ni una sola parada.

Otros tienen vidas muy problemáticas, dificultades reales, complicaciones continuas, apuros y conflictos que tienen que resolver para poder comer, para poder seguir adelante. Y eso, sin duda, requiere atención y prioridad.

A pesar de todo lo expuesto, de las urgencias, de las limitaciones, de que todo parece estar en contra, hay que conseguir como sea unos minutos cada día en los que pararse y tomar conciencia de uno mismo.

Conviene parar un mínimo de 10 minutos al día para reflexionar, para ser conscientes de nuestro estar en el mundo, de la vida y del papel de uno en su propia vida, de lo que nos rodea y de quienes están a nuestros alrededor.

Conviene hacer un alto, un punto y aparte, en el ritmo de vida y darse cuenta. Parar y darse cuenta.

Preguntarse.

Comprender.

Observar y observarse.

Conviene dedicar un tiempo a NO HACER, aunque haya mucho que hacer, aunque las responsabilidades y las imposiciones pretendan acapararnos y ponernos orejeras para que no veamos otra cosa ni veamos más allá de las preocupaciones inmediatas, porque ese tiempo de NO HACER para estar con uno mismo será, sin ninguna duda, el tiempo más productivo y enriquecedor.

Conviene sentarse, cerrar los ojos, desconectarse, dejar el mundo rutinario a un lado –nos seguirá esperando cuando acabemos con esto-, entrar dentro de uno mismo y vagar sin pensamientos o concentrarse en lo que la dispersión diaria nos impide, contactar con nosotros, con el que realmente somos, con nuestra esencia o nuestro Ser o nuestra Divinidad. Y, por supuesto, hacerlo sin sentimiento de culpa, sin la sensación de que le estamos robando tiempo a “lo importante” –que no es lo importante, sino lo que le damos importancia-.

“Lo importante”, y esto es indiscutible, somos cada uno de nosotros.

Parar 10 minutos cada día –o más- nos aportará claridad y perspectiva, frescura mental, conciencia serena, sabiduría, paz, acercamiento a quienes somos, vida.

Y se puede. En las vidas más ocupadas siempre se puede hacer un hueco.

Y quien realmente esté convencido de que no tiene tiempo… que sepa que tampoco tiene vida.

Si uno quiere, puede. Se puede aprovechar un minuto en el bus, en el ascensor, en el inodoro, durante la ducha…

Incluso se puede recurrir a las micro-paradas de unos segundos para decir “estoy aquí y ahora”, y con eso puede ser suficiente para una primera toma de contacto consigo mismo, pero nunca será lo mismo que una parada amplia.

Que no se te olvide: Eres tú y estás vivo. Atiéndete. Párate.

Te dejo con tus reflexiones…

Francisco de Sales

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