OÍR O LEER SIN REFLEXIONAR ES UNA OCUPACIÓN INÚTIL

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OÍR O LEER SIN REFLEXIONAR ES UNA OCUPACIÓN INÚTIL


En mi opinión, esta frase que pronunció Confucio está llena de sabiduría y contiene en sus palabras una gran verdad indiscutible.

Hay un tipo de lectura leve, insulsa o vulgar, que es puro pasatiempo, a la que no se le puede pedir más de lo que ofrece: poder gastar un poco de tiempo en distraerse o dejar de pensar en otra cosa. Es una lectura que, generalmente, va directamente al olvido. Lo mismo pasa con algunas de las cosas que escuchamos: carecen de interés y no requieren de nuestra atención.

Pero, en cambio, para las personas que están en un Proceso de Desarrollo Personal, la atención expresa y atenta a lo que le sucede, a lo que ve a su alrededor, al más fugaz o aparentemente intrascendente de sus pensamientos, marca la diferencia entre lo superfluo y lo profundo.

Las cosas por sí mismas no tienen la misma valía universal para todas las personas, así que es cada uno quien decide adjudicarle importancia o insignificancia. La misma cosa que para uno pasa desapercibida para otra es la llave que le abre todas las puertas del conocimiento. Un anuncio en la televisión puede pasar sin afectarnos o puede ser el inicio de una reflexión penetrante y reveladora.

Oír o leer sin reflexionar es una ocupación inútil. Inútil en el sentido de que no aporta nada. Y cada cosa que nos suceda directamente, o que sea ajena y pase a nuestro alrededor, o que esté escrita en una pared, o que forme parte de un pensamiento fugaz que no se sabe dónde nació ni por qué ni para qué, si la observamos desde el apasionamiento por conocer y por aprender, por descubrirnos en cada cosa que ocurre, nos puede aportar algo interesante para nuestro Desarrollo.

El sol puede ser “eso que vemos en el cielo y calienta”,  o sea, algo cotidiano que no requiere más atención, o puede ser –para los más atentos- el reconocimiento de Dios, un objeto de cavilación sobre la perfección e infinitud del Universo, la medida de nuestro tamaño con respecto al resto de la vida –que nos puede poner muy claramente en nuestro sitio-, o la confirmación o negación de cualquiera de nuestras sospechas o dudas.

Si uno lee “amor”, pero no con los ojos de diario y rutina sino con los ojos de descubrir, y después reflexiona sobre su composición, su aportación esencial, su significado, su infinitud y variedad, o sobre el lugar que ocupa en su vida, y reflexiona sobre ello puede alcanzar la Iluminación.

Si uno escucha “te amo”, o “matriz”, o “refrescante”, o “niño”, o “pelota”, y va con su reflexión más allá de lo que indica el diccionario, o lo que se le presupone, es posible que llegue al asombroso descubrimiento de lo que cada cosa encierra, de lo que la insignificancia aporta a las mentes reflexivas cuando le quitan la pre-etiqueta. Es posible que todo adquiera un valor nuevo y a menudo extraordinario.

Si nos miramos a nosotros mismos en cada cosa que leemos o escuchamos, si nos buscamos en cada frase, en cada cosa que se dice, nos podemos llevar una grata sorpresa: todo habla de nosotros. El ojo atento sabe encontrar. Y a todo aquello que merece una reflexión hay que dársela.

Si no lo hacemos así, las cosas serán distraídas... pero no útiles. O no tan útiles como podrían sernos.

Ya has leído. Ahora es tu ocasión de poner en práctica lo que has leído.

Te dejo con tus reflexiones…

 

Francisco de Sales

 

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