NOCIONES BÁSICAS PARA COMUNICARSE Y RELACIONARSE BIEN
En todo momento se ha repetido que la relación tiene como base importante la comunicación, y que es necesario comunicarse bien. Para ello, además de la voluntad de hacerlo, es conveniente respetar el modo de hacerlo. Hay que evitar todo aquello que provoque estrés, tensión, y distanciamiento.
EL TONO
Si en la comunicación el tono es el de un altercado, si se grita o se habla alto, si uno de los dos se pone a vociferar como un poseso –y ya sabemos que no tiene más razón quien más grita-, es mucho mejor aplazar la comunicación para otro momento. Ha adquirido un tono de discusión: el gritador pretende ser un impositor y quien lo tolera es un perdedor en potencia.
LAS FORMAS
El respeto es imprescindible. Si no hay respeto hay que cortar la reunión y aplazarla. Está bien que quien se sienta molesto u ofendido imponga con asertividad que se cancela, y le advierta al otro que mientras no cambie su actitud no seguirá conversando. Si hay menosprecios, descalificaciones, insultos, desaires, o recriminaciones, es mejor no seguir; si la intención es la de solucionar y de acercamiento, entonces sí se puede seguir.
LA ATENCIÓN
El mejor modo de mostrar la atención es mirar a los ojos del interlocutor. Eso demuestra interés. Hacer preguntas sobre lo que el otro está diciendo, o repetir lo que ha dicho para corroborar que se ha entendido perfectamente lo que ha dicho, son modos de mostrar la atención. No mirar a los ojos hace suponer que no se tiene interés en lo que se está tratando, o que oculta algo y sabe que sus ojos le pueden delatar.
EL RESPETO
Es imprescindible. Si no hay respeto es imposible que haya una comunicación sana y productiva. La falta de respeto es una declaración de guerra, una confirmación de no tener interés en resolver el asunto que se esté tratando, o de no querer atender la solicitud o el ofrecimiento del otro. No prestar atención –o sea, estar haciendo otra cosa o con la mente y la intención en otro sitio mientras le están hablando- o no dar oportunidad al otro de que manifieste su opinión, o marcharse en medio de la conversación, son síntomas claros de una intolerable falta de respeto. Y eso es inaceptable.
EL DESPRECIO O MENOSPRECIO
Si aparecen el insulto, la humillación, el maltrato, la burla, la grosería, la arrogancia, la soberbia, el ultraje, la ironía malsana, el sarcasmo malicioso, o cualquier otra actitud similar, es muy conveniente defender la dignidad personal y, con asertividad, dar por zanjada la comunicación hasta que la otra parte abandone su actitud y se avenga a una comunicación razonable y razonada, de igual a igual, donde impere el ánimo de acercamiento o resolución.
EL SENTIDO
Hay que cuidar que la comunicación tenga un sentido, y que no derive hacia una reyerta y además en otra dirección distinta a la deseada. Esto último se hace, la mayoría de las veces, cuando uno de ellos no quiere afrontar lo que se pretende hablar, y trata de distraer con asuntos que no tienen nada que ver con el auténtico, derivando el diálogo hacia la culpación en vez de hacia la solución.
DIÁLOGO NO ES LO MISMO QUE MONÓLOGO
A veces, ambos deciden de mutuo acuerdo “vamos a hablar”, pero aquello se convierte en un monólogo en el que uno expone, de buen o mal modo, su queja, su petición, o su sentimiento, pero no deja que el otro intervenga. No le interesa el otro, ni siquiera su opinión. Lo que quiere es una exhibición dialéctica, o lamentarse como una víctima, quejarse o reclamar, pero sin atender a la otra parte y sin escucharla. Si se consiguiera una conversación ordenada, en la que ambos dispusieran calmadamente de tiempo necesitado para exponer, sería lo adecuado; si no se logra de ese modo, quedan dos opciones razonables que se puede aplicar: o tener paciencia y reconducir al otro con delicadeza, o la de abandonar la reunión imponiendo como condición para retomarla que el otro respete las normas básicas de un diálogo.
Dialogar es expresarse en libertad, es compartir. Monologar es soltar un mitin, descargar una sarta de palabras del mismo modo que si no existiera enfrente otra persona con derecho a expresión de su opinión.
RESPETAR LOS SENTIMIENTOS AJENOS
Los sentimientos difícilmente pueden ser razonados porque no siempre son controlables –ni siempre deben serlo-, y ocupan un lugar distinto en la escala de valores de cada persona, por eso han de ser respetados en el escalafón que el otro haya decidido colocarlos y con el valor o importancia que el otro les atribuya. Si para el otro algo es importante, aunque a uno le pueda parecer una tontería o pueda pensar que le da excesiva importancia, es con la otra vara con la que hay que medirlo. Aquello a lo que la otra persona le da importancia, lo convierte en importante para ella. Aunque nos parezcan absurdos, ilógicos, o irracionales, son sus sentimientos y hay que aceptarlos y validarlos. (Otra cosa es que, en otro momento, se pueda intentar razonar sobre la inutilidad de alguno de ellos)
NO QUERER RECONOCER UN ERROR Y NO DISCULPARSE
El hecho de no hacerlo tiene un efecto negativo que solamente puede empeorar las cosas. Decir “lo siento”, pero sintiéndolo de verdad, allana el camino, y deja las puertas abiertas. Empecinarse en dar por bueno algo que se ha demostrado que no lo era es de una inutilidad negativa que sólo consigue poner distancia entre ambos. “Lo siento, me he equivocado. Soy humano. Como tú.” Y con eso se consigue –pero solamente si se dice con el corazón- que la otra persona te vea como alguien con quien se puede razonar y que está predispuesto a una relación entre iguales.
¿CUÁNDO SE DA POR TERMINADA LA CONVERSACIÓN?
El modo adecuado de terminar una buena comunicación se produce cuando ambos han dicho lo que tenían que decir, se han sentido escuchados y comprendidos, y no han quedado asuntos que tratar; ambos, por mutuo acuerdo, comprenden que ya ha llegado el momento, y ponen el punto final. Pero puede suceder que se llegue a un punto donde uno no sepa contestar o seguir en ese momento, y necesite tiempo para la reflexión, o para la comprobación o verificación de algo; en este caso, y de mutuo acuerdo, se pospone la continuación para otro momento, pero, preferiblemente, acordando una fecha y no convirtiéndolo en un modo de escabullirse.
LA COMUNICACIÓN NO VERBAL
La comunicación no se basa solamente en las palabras que se dicen. Si uno está pendiente del otro, y está verdaderamente atento, descubre mucha información en lo que no dice con su voz pero manifiesta con sus gestos, sus miradas, o su nerviosismo. Y no es necesario conocer el sentido perfectamente estudiado de todo ello –aunque sería muy interesante-, porque la intuición puede dar muchas pistas de lo que el otro pretende ocultar o de sus mentiras, así como también se captan los gestos amorosos aunque el otro no sepa hablar de amor.
Ojalá la lectura de este artículo te sea útil para relacionarte a partir de ahora de otro modo que te sea más satisfactorio y más provechoso.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales
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