MI LECCIÓN MUY TRISTE COMO SANADOR

LUGAR: MÉRIDA YUCATÁN.

Año: 2009

MES: JUNIO

NOMBRE: CARLO RODRIGO C.

Otros meses más de sanaciones grupos que atendí, destacando el de mi amiga y reconectada María de Querétaro donde tuve sesiones maratónicas empezando mi día desde las 7 de la mañana y terminando a las 9 de la noche, son comer y solo salir unos cuantos minutos para despejarme.

Comprobé que en canalización tenemos una fuente de energía física que hace que nos mantengamos en nuestro trabajo de obreros de la luz; claro cuando terminamos nuestra jornada hay un cansancio lógico del cuerpo.

Nuevamente resultados extraordinarios sin embargo el que les contaré es otro.

Fui a atender a un grupo en Mérida organizado por Vanessa Z. poco tiempo después estaría en sus Seminarios de junio de The Reconnection y se convertiría en una sanadora.

Era ya el segundo día que hacía reconexiones con el grupo de Vanessa y por la noche tocaron a la puerta de la casa de Vanessa.

Entró una pareja de unos 60 años más o menos con un hombre joven de no más de 30 su hijo; su nombre Carlo Rodrigo C.

Tenía sus piernas vendadas, dificultad para caminar, un semblante amarillento, estaba molesto de mal humor.

Sus padres tenían una mirada suplicante que les atendiera, de alguna manera se habían enterado que había una persona –que era yo- que hacía algún tipo de sanación y ya sabes que como padre en una situación desesperada con un hijo deshauciado.

Todos en la sala dimos prioridad al enfermo y cortés y respetuosamente los demás desalojaron la sala.

Me quedé solo con el enfermo, la mamá y el papá.

El padre me ayudó a subir a Carlo a la camilla y éste a regañadientes se acostó.

Estaba incómodo sentía dolores muy agudos producidos por su cáncer de páncreas que padecía.

Después de 40 minutos terminé la primera sesión y bajó Carlo de la camilla trabajosamente con rictus de sufrimiento. Les dí cita al siguiente día por la noche.

Se me fue el día rápido experiencias maravillosas con Vanessa, Mercedes y algunas otras personas.

A las 9 de la noche puntuales ya estaba Carlo y sus padres. En lugar de ver mejoría en él, estaba peor.

Más dolor, más sufrimiento, más desánimo.

Lo subimos su papá y yo a la camilla y comencé a hacerle su segunda sanación.

Empezó a presentar más registros, de pronto se incorporó y me dijo que tenía ganas de ir al baño.

Le pedí ayuda a su papá que estaba sentado junto con su esposa a unos metros donde hacía le hacía la sanación a su hijo Carlo.

Lo bajamos, lo llevó al baño y lo esperó afuera.

Yo observaba la escena, su padre tenía un dolor muy grande, cuando lo esperaba recargó su codo a una pequeña barra que estaba junto a él y se puso a llorar en silencio.

Poco después salió su hijo Carlo y le regaló la mejor de sus sonrisas y palabras de aliento.

Sentí también dolor en mi corazón.

Reinicié la sanación y sentía en mis manos la frecuencia de luz, vibraban, sentía, frío, calor, cosquilleo y como magnetos que se “pegaban” al cuerpo etéreo de Carlo.

Sentía que estaba Carlo recibiendo estas frecuencias de amor, de luz.

Terminé mi trabajo y Carlo bajó de la camilla con más fuerza y mejor semblante, más tranquilo, los dolores habían disminuído.

Todos estábamos optimistas, Carlo tenía que viajar a que le hicieran su tratamiento y no podría hacerle su tercera sanación y su reconexión.

Afortunadamente los Seminarios del 2009 estaban próximos y Vanessa y su hermana Mercedes pronto serían sanadoras y reconectoras, por lo que en el mismo mes de junio podrían seguir tratando a Carlo en sus sanaciones y reconexiones.

Terminé mi itinerario de Mérida; viajé a Cancún y regresé a Cuernavaca.

Pasaron unos cuántos días y ya estaba en la ciudad de México en los Seminarios de The Reconnection.

Llegó el gran día y ya estaba allí en el mezzanine del hotel Melía, saludando a mucha gente que conocía, que había tenido oportunidad de ser su reconector y entre ellos vi a Vanessa y Mercedes, de inmediato me acerqué a ellas, las saludé y lo primero que le pregunté con esperanza, fue: ¿Cómo sigue Carlo?

A lo que tajantemente contestó Vanessa.

-MURIÓ-

Se hizo un frío silencio, me disculpé con ellas de que tenía otras cosas que hacer y me alejé.

Mi corazón sufrió por un tiempo breve al pensar en un hombre joven; tanto sufrimiento, sus padres, en fin la tragedia que significa para muchas familias incluyendo la mía cuando se tiene un enfermo inocente que sufre por una enfermedad incurable y después de la lucha simplemente llega la muerte a veces como un alivio que no se comprende en la mayoría de los familiares.

Después vino la aceptación y la lección de que éste trabajo es una misión en la que las cosas no siempre son color de rosa.

No siempre hay sanaciones físicas ni eliminación de dolores.

Soy un simple obrero de la luz que no comprende el por qué de las cosas y ser parte de un proceso no de un resultado.

“El corazón cuando se desagarra y después cicatriza se vuelve más fuerte, más humano, más sensible”

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