ME GUSTARÁ QUE ME RECUERDEN COMO UNA BUENA PERSONA
En mi opinión, a todas las personas nos importa el concepto que los demás tengan de nosotros y preferimos, lógicamente, que sea bueno.
Para ello algunos se esfuerzan en destacar en algún asunto por el que vanagloriarse en vida y ser recordados después, y buscarán la fama o la notoriedad. Y si no lo pueden hacer a nivel mundial se tendrán que conformar con destacar en su círculo de amigos o en su trabajo. El ego les hará creer que pasar a la perpetuidad a través del recuerdo –o bien ocupar un lugar en la envidia de los otros- merece cualquier esfuerzo… y cualquier ridículo.
Afortunadamente, no tengo ningún interés en ser recordado dentro de mil años. Me basta con que me recuerden ahora mis seres queridos y mis amigos. Y el día que ya no esté me gustará que cuando piensen en mí aparezcan en su memoria todos los buenos momentos que hemos pasado juntos y que me saluden, donde quiera que yo esté entonces, con una sonrisa.
Me gustará que cada vez que alguien piense en mí le venga al mismo tiempo el pensamiento de “es –o era, cuando ya haya fallecido- una buena persona”. Si sucede así tendré la sensación de haber tenido una vida útil, me sentiré bien –ya me siento bien- y mi alma descansará en paz.
También me sirve que digan que soy –o que lo fui, cuando haya fallecido- honesto, honrado, recto, justo, modesto, incorruptible, íntegro, respetable, atento, educado, digno… hay muchas palabras que explican lo que puede ser el éxito en la vida. Un éxito sin aplausos ni portadas de revistas. Un éxito que no tiene brillos deslumbrantes ni mejor premio que la conformidad personal con la conducta desarrollada a lo largo de la vida, con el buen trato dado a los otros, con la rectitud como bandera. En realidad uno no tiene que dar cuentas al mundo, sino a sí mismo. Uno no ha de “actuar” de cara a los otros –ya sabemos que eso le gusta al ego- sino que ha de ser fiel a sus principios y aspirar sólo a su propia complacencia espiritual.
La aspiración a ser una buena persona, en mi caso, no es una pretensión egóica, aunque puede parecer que es así. Sé distinguir cuándo algo es un deseo noble de mi Ser y cuándo hay un ególatra entrometiéndose.
Cada uno tiene libertad para decidir qué tipo de persona quiere ser. Y es bueno ser consecuente con ello. Es interesante hacer paradas cada cierto tiempo y realizar una evaluación de cómo se está comportando uno con respecto a cómo le gustaría ser… y elaborar las correcciones necesarias. Hay que evitar llegar al final de la vida con asuntos de los que arrepentirse, cuando ya es inevitablemente tarde. Es beneficioso vigilarse-observarse y hacer las comprobaciones necesarias para ver que uno está siendo tal como quiere ser.
¿Y tú?, ¿qué quieres que digan de ti ahora?, ¿se puede decir que eres una buena persona?, ¿cómo quieres que te recuerden?, ¿y qué haces para ello?
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales
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