LOS PERJUICIOS DE LOS PREJUICIOS

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LOS PERJUICIOS DE LOS PREJUICIOS

 

 

En mi opinión, es muy interesante, muy enriquecedor e imprescindible, tener muy clara una capacidad de pensar que no esté contaminada por todos los prejuicios que tenemos almacenados, por esa mala costumbre que algunas personas tienen de prejuzgar.

 

Me parece conveniente aclarar el sentido de unas palabras que voy a usar.

 

PREJUICIO es “opinión previa y tenaz, por lo general desfavorable, acerca de algo que se conoce mal”. Conviene prestar atención a “previa” –o sea, cuando todavía no se tiene un conocimiento real-; a “desfavorable” –porque eso quiere decir que ya está condicionado y no es objetivo-; “que se conoce mal” –y si se conoce mal va a ser difícil que la opinión que se emita sea cierta-. También es “prejuzgar”.

 

PREJUZGAR es “juzgar una cosa o a una persona antes del tiempo oportuno, o sin tener de ellas cabal conocimiento”. Se repite lo mismo, que es emitir un juicio como cierto cuando no se tiene constancia veraz de que así sea.

 

Con lo escrito hasta ahora ya hay información más que suficiente para comprender que no es conveniente prejuzgar ni tener prejuicios. Está bien tener previstos (pre-vistos o vistos previamente)  algunos mecanismos inconscientes que nos ayuden a sobrevivir: apartarnos si vemos que nos va a atropellar un vehículo, eludir cualquier objeto que nos arrojen, nadar o pedir auxilio si nos caemos al mar, pero a la hora de enfrentarnos a situaciones nuevas, o de conocer personas, es muy conveniente observar y escuchar con la mente libre de aprensiones y recelos. No se puede tener la idea inamovible de que todas las personas de una raza se comportan de la misma forma, o que todos los hombres o mujeres son iguales.

 

Hay prejuicios raciales, de origen, de género, sexuales, de clase, políticos, de apariencia, de edad, étnicos, profesionales, lingüísticos, religiosos, hacia los animales, y de otra naturaleza. Demasiados campos en los que poder equivocarse.

 

El río que pasa hoy no es el mismo que pasó ayer. Las aguas son otras aunque parezca que nada ha cambiado. Las personas y las cosas cambian y hay que estar abiertos a la posibilidad de que así sea y no tenerlo todo encasillado y engrilletado para que no se mueva. Uno evoluciona y los otros también. Tener una conclusión sobre alguien o algo puede ser muy erróneo, porque quien tiene prejuicios sólo está de acuerdo con aquello que coincide con sus prejuicios, lo cual es un error.

 

Los prejuicios surgen en demasiadas ocasiones de la necedad o del fanatismo, y ninguna de las dos fuentes son fiables. Sólo los tontos y los ignorantes se aferran a los prejuicios porque sin ellos tambalean, no se sienten seguros en la exploración de lo nuevo y la apertura a que algo sea distinto.

 

El peligro de un prejuicio, que es una opinión no actualizada y no siempre veraz, es que vemos a las personas o las cosas como creemos que son y no como realmente son. Esa antipatía o simpatía en forma de aceptación incondicional o de negación drástica carece de validez y necesita una revisión constante para que siempre coincida con la realidad.

 

Decía Krishnamurti que “la forma más elevada de inteligencia humana es la capacidad de observar sin juzgar”. O sea, exactamente lo contrario de lo que es un prejuicio, que lleva incorporada una idea un poco fanática y no deja apertura a ver la realidad con objetividad.

 

Si quieres ser una persona íntegra, honesta, consecuente, se te requiere la revisión de todos los prejuicios que tengas en todos los campos y que deshagas los que honradamente ves que están equivocados. Hacerlo será una muestra de benevolencia y de justicia.

 

Te dejo con tus reflexiones…

 

Francisco de Sales

 

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