LO MALO DE LOS PRE-JUICIOS

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LO MALO DE LOS PRE-JUICIOS

En mi opinión, lo malo de los pre-juicios es que no siempre se ajustan a la realidad pero, en cambio, actuamos a partir de ellos como si fuesen realidades.

Sí, lo sé: la palabra correcta es prejuicio y no pre-juicio. Así consta en el diccionario, pero a mí me gusta más descomponerla para que quede claro de qué se trata: de un pre (previo) juicio. Proviene del latín praeiudicium que es “decisión prematura”. Dice la definición que es “una opinión previa y tenaz, POR LO GENERAL DESFAVORABLE, acerca de algo QUE SE CONOCE MAL”.

Con los pre-juicios lo que se hace es pre-juzgar, o sea “juzgar una cosa o a una persona ANTES DEL TIEMPO OPORTUNO, o SIN TENER DE ELLAS CABAL CONOCIMIENTO”. Uno se aferra a una idea pre-concebida, que puede ser del todo errónea, que se puede basar simplemente en recelos, en terquedades, en suspicacias, y tener poco o nada de verdad.

Cada pre-juicio que uno se descubre debería convertirse en una oportunidad de actualización de esa idea pre-concebida. Cada uno de ellos conlleva una invitación para confirmar la idea o desmentirla. Lo que no es correcto es quedarse estancado en él y conformase con él sin testarlo, dando por supuesto que es correcto, y desaprovechando la oportunidad de confirmarlo –para que deje de ser un prejuicio y sea una realidad- o deshacerse de él –por la misma razón-.

Quedarse estancado en los pre-juicios no es lo correcto en una persona que está interesada en su Desarrollo Personal. Estancado es lo opuesto de Desarrollado. Estancarse no es crecer ni es perfeccionarse.

Lo que se juzga sin el suficiente conocimiento verificado tiene casi todas las posibilidades de llevar a error, y es un auténtico disparate -que puede llegar a ser muy perjudicial- basar las ideas o los actos propios en simples intuiciones –que pueden estar equivocadas-, o en una información escasa o nula –que nos puede conducir a error-.

Es mejor no emitir opiniones o juicios –y menos aún como certezas- hasta no haber comprobado la veracidad de lo opinado o juzgado.

Detrás de cada persona, o de cada hecho, puede haber algo distinto a lo que aparenta o lo que nos hace creer nuestra aprensión. Nuestra desconfianza puede estar infundada –también puede estar acertada, pero hay que comprobarlo-. Nuestra terquedad a la hora de querer aferrarnos a lo que en principio solamente es una suposición nos puede llevar directamente al error y la injusticia.

Ya he expuesto argumentos suficientes como para que te cuestiones –si lo deseas- qué es lo que vas a hacer a partir de ahora con tus pre-juicios.

Te dejo con tus reflexiones…

Francisco de Sales

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