Las organizaciones espirituales

Las organizaciones espirituales

Cuando era niño, leía con deleite la autobiografía de un yoghi de Paramahansa Yogananda a quien muchos consideran el nuevo Avatar o Mesías. Me encantaban sus descripciones y experiencias de ese mágico mundo de una India asombrosa y misteriosa, de los extraordinarios poderes de los yoghis, de la refinada visión vedanta de la existencia y de lo divino, pero sobre todo, me fascinaba la descripción de Hiranyaloka. Ese planeta en el astral a donde van las almas grandes –Mahatmas-, los iluminados, según su Maestro Sri Yukteswar…   

Ya en la adolescencia, entre muchos otros, empecé a leer a Krishnamurti, de hecho, cargaba para todos lados su librito, escrito en su propia adolescencia, “A los pies del Maestro”, una oda al Gurú, omnipotente y omnisciente. Pero muy pronto empecé a leer su obra posterior, diametralmente opuesta a este primer libro. Krishnamurti, el elegido, el Mesías, el Kalki Avatar, se deshizo de todos los títulos, honores y grados para dedicar el resto de su vida a predicar que las instituciones y los Maestros no pueden de ninguna manera darte lo que ya eres, más bien, suelen hacer lo contrario…

… Cuenta la leyenda, que el Rey Ashoka -allá por el siglo tres, antes de la era cristiana-, al volverse budista e iniciar una de las épocas de oro de India, vio la fragilidad de las mentes y los corazones de los seres humanos. Vio también, que se avecinaba una era oscura de dogmatismo, materialismo y falta de humanidad, así que decidió instaurar un selecto grupo con los mejores y más sabios de los hombres. Le llamó el grupo de los nueve. Su misión fue preservar las enseñanzas más profundas de los grandes logros de la consciencia humana para transmitirlas de generación en generación, siempre de forma oculta, pues venían tiempos difíciles. Sin embargo tenían la encomienda, de que cada que detectaran una oportunidad, abrirían un grupo público para influir en el devenir del mundo, para coadyuvar en el tránsito de esa era oscura, lo cual hicieron a lo largo de los siglos. A principios del siglo veinte, este grupo oculto llegó a la conclusión que la era oscura terminaba, por lo que necesitaban preparar la apertura de la nueva era y buscar al Mesías, al Avatar, el Maitreya que traería la buena nueva al mundo. Crearon entonces un grupo público: la Sociedad Teosófica. Este grupo comenzó a publicar las enseñanzas secretas hasta entonces, pero primordialmente se dieron a la tarea de buscar a quien sería el nuevo Buda, el nuevo Cristo. Anie Besant, parte de ese grupo público, encontró a un par de niños, uno de los cuales cumplía todas las señales y signos esperados. Lo presentó a los demás miembros y todos estuvieron de acuerdo en que Alcione Jidu Krishnamurti era el elegido. Lo prepararon durante años para que asumiera este trascendental rol al cumplir los treinta y tres años. Paralelo a esto, crearon la Orden de la Estrella, que llegó a tener miles y miles de seguidores por todo el mundo, todos esperando al nuevo Mesías…

Pero sucedió algo muy diferente.

Al cumplir la edad profetizada, Krishnamurti disolvió la Orden… Pero lo dejo a él explicar sus motivos: 

Discurso de disolución

“…Sostengo que la Verdad es una tierra sin caminos, y no es posible acercarse a ella por ningún sendero, por ninguna religión, por ninguna secta. Ese es mi punto de vista y me adhiero a él absoluta e incondicionalmente. La verdad, al ser ilimitada, incondicionada, inabordable por ningún camino, no puede organizarse; ni puede formarse organización alguna para conducir o forzar a la gente a seguir un sendero particular. Si desde el principio entienden eso, entonces verán cuna imposible es organizar una creencia. Una creencia es un asunto puramente individual, y no pueden ni deben organizarla. Si lo hacen, se convertirá en algo muerto, cristalizado, en un credo, en una secta, en una religión que debe imponerse a los demás. Esto es lo que todo el mundo trata de hacer. La Verdad se empequeñece y se transforma en un juguete para los débiles, para los que están sólo momentáneamente descontentos. La Verdad no puede rebajarse, es más bien el individuo quien debe hacer el esfuerzo de elevarse hacia ella. No pueden traer la cumbre de la montaña al valle; si quieren alcanzar la cumbre de la montaña, deben cruzar el valle, subir la cuesta, sin temor a los peligrosos precipicios.

De modo que esta es la primera razón, desde mi punto de vista, por la que debe disolverse la Orden de la Estrella. A pesar de esto, probablemente crearán otras Órdenes, seguirán perteneciendo a otras organizaciones que buscan la Verdad. Yo no quiero pertenecer a ninguna organización de tipo espiritual; por favor, comprendan esto. Puedo utilizar una organización que me lleve a Londres, por ejemplo, esa es un tipo de organización diferente, es simplemente mecánica, como el correo o el telégrafo. Puedo utilizar un automóvil o un buque para viajar, tan sólo son mecanismos físicos que nada tienen que ver con lo espiritual. De nuevo sostengo que ninguna organización puede conducir al hombre a la espiritualidad. Si para este propósito se crea una organización, se convertirá en una muleta, en una debilidad, en una servidumbre que por fuerza mutila al individuo y le impide crecer, establecer su unicidad, que consiste en descubrir por sí mismo esa Verdad absoluta e incondicionada.” 

“Un periodista que me entrevistó, consideraba un acto grandioso disolver una organización en la cual militan miles y miles de miembros. Para él, era una gran acción, porque me dijo: «¿Qué hará usted después, de qué vivirá? No tendrá seguidores, la gente dejará de escucharle». Con que sólo haya cinco personas que escuchen, que vivan con sus rostros mirando hacia la eternidad, será suficiente. ¿De qué sirve tener miles que no comprenden, que están por completo embalsamados en prejuicios, que no quieren lo nuevo, sino que prefieren traducir lo nuevo para que se ajuste a sus propias personalidades estériles y estancadas? “

“Sus prejuicios, sus miedos, sus autoridades, sus nuevas o viejas iglesias, todas estas cosas, sostengo, son una barrera que impide la comprensión. No puedo decirlo de forma más clara. No quiero que estén de acuerdo conmigo ni que me sigan, sino que comprendan lo que digo. Esa comprensión es necesaria, porque sus creencias no les transformarán, sólo les complicarán porque no están dispuestos a afrontar las cosas como son. Lo que desean es tener sus propios dioses, nuevos dioses en lugar de los viejos, nuevas religiones en vez de las viejas, muevas formas en vez de las viejas; todas cosas inútiles, barreras, imitaciones, muletas.” 

“Las organizaciones no pueden hacernos libres. Ningún hombre desde fuera puede hacernos libres; ningún culto organizado ni el propio sacrificio para una causa puede hacernos libres; ni formar parte de una organización o dedicarse a un trabajo puede hacerles libres. Utilizan una máquina para escribir su correspondencia, pero no la ponen en un altar para adorarla; sin embargo, esto es lo que hacen cuando las organizaciones se convierten en su principal interés.

Además, tienen ustedes la idea de que tan sólo ciertas personas posee la llave del Reino de la Felicidad. Nadie la tiene; ninguna autoridad tiene esa llave. Esa llave es el propio ser de cada uno, y únicamente en el desarrollo, en la purificación y la incorruptibilidad de ese ser, está el Reino de la Eternidad.” 

“Se han acostumbrado a que les digan cuánto han avanzado, cuál es el grado de espiritualidad que tienen; ¡qué bobada! ¿Quién, sino ustedes mismos, puede decirles si son hermosos o feos internamente? ¿Quién sino ustedes mismos puede decir si son incorruptibles? No son serios en estas cosas.  Para qué pues tener una organización?” 

Para ver el texto completo, pueden visitar: http://www.jkrishnamurti.org/es/about-krishnamurti/dissolution-speech.php

He conocido muchas personas inteligentes, carismáticas, bien intencionadas, así como muchas organizaciones que afirman tener la verdad, o bien, que su maestro es el verdadero mesías, avatar, maitreya, salvador, etc., por lo que podríamos asumir que los demás son falsos profetas, o por lo menos, de menor categoría.

Esto tiene varias lecturas.

Por un lado, la enorme necesidad de ser diferente, de pertenecer a un grupo, de ser de los elegidos, etc. Esta necesidad tiene su raíz en la falta de conexión personal con la existencia en su conjunto, pues cuando tomas consciencia vivencial de ser parte del todo y de la nada al mismo tiempo, de forma gozosa, vez el mundo, el devenir y sus habitantes compasivamente, de forma incluyente y amorosa, pues observas que ese sentido de separación es ficticio y toda lucha por llenarlo, vana. Somos peces en el océano buscando agua…

Otra lectura es la necesidad de controlar, que parte esencialmente de la misma necesidad que genera el sentirte desconectado de la existencia.  Sin embargo el ansia de control es más dañina, pues generalmente afecta e influye en otros seres humanos, ya sea de forma más o menos benigna, como las religiones y ordenes esotéricas o iniciáticas, o de forma más dañina a través de sectas manipuladoras de todo tipo, grupos políticos de poder, etc.   Nada nuevo, si estudiamos un poco de la historia de las civilizaciones humanas.

Sin embargo, regresando a Krishnamurti y a todos los Mesías, propongo otras formas de interpretar estos hechos:

Estamos en una época extraordinaria, donde por primera vez que sepamos en la historia humana, tenemos plena consciencia y herramientas para asumirnos y experimentarnos como una sola humanidad.

Tenemos acceso a la información y las propuestas de los personajes más extraordinarios de estos tiempos –y de todos los tiempos de los que tenemos referencia-, sabios de todo tipo, misticos, teístas, ateos, filósofos, científicos…, cada uno exponiendo parte de la solución para acceder un día, a la utópica posibilidad de una fraternidad universal, incluyente.

Entonces, veo que en estos tiempos no habrá un solo Mesías o salvador… más bien hay muchos!!!, cientos, tal vez miles de seres humanos extraordinarios que están aportando a la consciencia y el bien común.

Hoy día, el budismo tibetano admite que un maestro iluminado, un bodhisatva puede decidir reencarnarse en varias personas a la vez…  Pues lo que aquí es una limitación de la materia –dos cuerpos no pueden estar en el mismo sitio-, en el ámbito de la consciencia si es factible que una consciencia de extienda en varios cuerpos. De hecho, el fondo de todas las tradiciones místicas, es que en esencia somos UNO. 

Parece entonces, que los Mesías, Avatares y Maitreyas de todos los tiempos han decidido presentarse en el mundo al mismo tiempo, asumiendo todo tipo de roles: gurús (en el mejor sentido posible), maestros y maestras espirituales, filósofos, pensadores, educadores, científicos, artistas, ambientalistas, hippies, activistas sociales, rescatadores de antiguas tradiciones, amas de casa…

Desde esta perspectiva, Krishnamurti fue efectivamente un Mesías que vino a decirnos que ya pasó el tiempo de los mesías, que es tiempo de que la humanidad asuma su propia responsabilidad y que cada ser humano intente encontrar su realización internamente, pero participando y colaborando fraternalmente en el mundo. Cada ser humano es un Maestro, un Budha en potencia, como la semilla de un roble contiene al roble, sin ser un árbol aún.

Pero además podemos intentarlo de forma, acuariana, fraterna, divertida y profunda, colectiva e individual, Zorba y Budha, todo al mismos tiempo.

De los cien o mil yoghis ascéticos remontados en la nube de su espiritualidad en una cueva perdida de los himalayas, o deambulando sin posesiones, huyendo del mundo, a los millones de yoghis que después de su práctica se va a trabajar y regresan a casa para atender la familia hay un profundo cambio.

Esto no menoscaba ni un ápice a todos los grandes Maestros y Maestras de todos los tiempos, por el contrario, les enaltece, pues cada uno ha aportado lo mejor de sí mismos, pero los tiempos cambian…. Son los seguidores los que generalmente, deforman, politizan y crean organizaciones para colocar sus maestros en el más alto pedestal, esperando un día, estar ellos en ese pedestal, sintiéndose por encima de los demás.

Y sin embargo, en una maravillosa paradoja, insistiré nuevamente en que es necesario, imprescindible, que se preserven todas las tradiciones, escuelas, órdenes, linajes, pues es justamente la diversidad, la que nos enriquece. Preservar es un trabajo enaltecedor y de la más alta dignidad. Lo único que se requiere, es ir deshaciendo el dogmatismo para propiciar un intercambio mas fraterno y enriquecedor.

Pero igual de necesario es crear muchos y nuevos espacios de convergencia, de sinergia, de sincronía. Ese es mi trabajo. Nos guste o no, eso está ya sucediendo y siempre será más amable fluir con el ritmo de la existencia.

Habrá un día, cuando muchos, miles o millones, de manera amigable y fraterna suban juntos a ese pedestal, compartiendo sus perspectivas y visiones, para después reírse de la maravillosa broma que es la vida.

Héctor Marcelli
Enero 2016

https://compartiendoconsciencia.wordpress.com/2016/01/08/las-organizaciones-espirituales/

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