La Ley de las Diferencias, por Juan Enrique Zúñiga Leal

LA LEY DE LAS DIFERENCIAS, por Juan Enrique Zúñiga Leal.

Tal parece que con la misma naturalidad, intensidad y persistencia con el que el Universo ejecuta la constante e interminable labor de CREACIÓN que se basa en la LEY DE LAS DIFERENCIAS, la raza humana se empeña en boicotearla de todas las maneras posibles: mediante la educación familiar, escolar y social; mediante la moda, las religiones, las disciplinas filosóficas, los deportes, arte y demás… todo ello tendiente a “estandarizar” o predefinir la manera de pensar, sentir y actuar de la raza humana y todo cuanto le rodea: El clima, los reinos mineral, vegetal y animal, el microcosmos y el macrocosmos.

El por qué de ese afán de “homogenización” es muy simple: “LO QUE SE PUEDE PREDECIR, SE PUEDE MANIPULAR”.

Nos espanta lo impredecible, lo espontáneo, lo inesperado y, mucho más, LO DESCONOCIDO… Y quienes decidamos ser de alguna de esas maneras estamos fatalmente condenados a vivir permanentemente excluidos de nuestro entorno social.

Hoy en día, más que en ninguna otra época, los rompimientos sentimentales que tanto daño emocional y físico nos provocan, son cosa de todos los días. En parte provocados porque durante la etapa del “enamoramiento”, para lograr la atención, aprobación, interés y aceptación de la persona “amada”, recurrimos inconscientemente al “mimetismo sentimental-social”; es decir, APARENTAMOS ser lo más semejante posible al IDEAL que detectamos desea la persona cuya atención pretendemos; PERO NO PODEMOS FINGIR PARA SIEMPRE, tarde o temprano nuestra verdadera esencia reclama su trono y es entonces que ocurre el “shock” entre la realidad y la apariencia y al mostrarnos tal cual verdaderamente somos la relación colapsa si ésta inició, se fortaleció, se mantuvo y prospero en base a una irrealidad.

De por sí, el enamoramiento es UN ESTADO ALTERADO DE CONSCIENCIA. De qué otra manera se puede entender que una persona “acepte y ame a otra” que le explote, maltrate, humille, dañe física, emocional y sentimentalmente… Pero eso sucede SOLO mientras dura esa etapa de enamoramiento. Después –no pocas veces MUCHO TIEMPO DESPUÉS- se produce el “despertar” sentimental-emocional y la “realidad” sustituye a la ilusión; ¿y qué sucede? CONTINÚA LA COMEDIA DE LA VIDA…

Ahora la persona que estuvo en ese estado alterado de consciencia –enamorada- repentinamente “DESCUBRE LAS DIFERENCIAS” entre ella y su pareja -no pocas veces influenciada por experiencias y recuerdos de una niñez desarrollada en un hogar en el que predominó disfunción o violencia familiar- y da gran importancia a “todo aquello que le estuvo haciendo daño” y resuelve dejar de estar enamorada apoyándose en LA CARGA EMOCIONAL que le proporciona su “nueva perspectiva”, aún y cuando AHORA ya no existan los factores, situaciones y hechos que le dañaron y que su pareja, AHORA, sea lo más parecido a una pareja ideal… por lo tanto deja de amar a su pareja y, o se separa de ella, o continúa la relación con el solo objetivo de “tomar revancha” y provocar tanto daño y más que el que siente que recibió, bajo el ABSURDO ARGUMENTO social de: para que su pareja “vea lo que se siente”… Absurdamente, su pareja –si continúa enamorada- calladamente resiste, persiste y acepta “su nuevo actuar” porque no puede sustraerse de la CARGA EMOCIONAL derivada de todos los momentos felices que ha vivido junto a ella, aunque AHORA tales momentos ya no existen ni se presentan y todo indique que jamás volverán a presentarse. Es decir, mientras una de las personas deja de amar a la otra POR LO QUE LE HIZO O DEJO DE HACER en el pasado o cree firmemente que le pueda hacer en el futuro, la otra no puede dejar de amarla por LO QUE HIZO O DEJO DE HACER en el pasado, o peor aún, lo que espera que llegue a hacer en el futuro… ¿No es absurdo?

Resulta que lo que nos enriquece, identifica, individualiza y valora –LAS DIFERENCIAS-, pasan de ser el atractivo, que fue lo que “atrajo” a nuestra pareja, a convertirse en un DEFECTO que AHORA irremediablemente la aleja… Si naturalmente SOMOS DIFERENTES, es lógico y normal que pensemos, sintamos y actuemos diferente. Aún y cuando TODOS tengamos la capacidad de pensar, sentir, amar, odiar, reír, llorar, gozar, sufrir y demás... INEVITABLEMENTE, por ser diferentes, lo experimentamos de manera única y diferente –a veces radicalmente diferente- al resto de nuestros semejantes. Y tratar de ignorar esa natural e inevitable LEY DE LAS DIFERENCIAS, influenciados por la “estandarización social y cultural”, tarde o temprano nos crea conflictos emocionales, existenciales, sentimentales y sociales que violentan la esencia de nuestro Ser… Más aún, pretender que nuestra pareja o los demás NO TENGAN DIFERENCIAS o aferrarnos en eliminarlas es atentar contra el Universo mismo, contra Dios mismo.

Meditemos. No enajenándonos ni ensimismándonos, sino analizando OBJETIVAMENTE lo que sucede dentro y alrededor nuestro y el porqué de ello y, conscientemente, efectuemos las adecuaciones y cambios pertinentes para lograr acceder a nuevos resultados más favorables para el trascender de nuestro Ser.

Saludos y bendiciones.

Juan Enrique

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