HAGAMOS LAS PACES CON NOSOTROS MISMOS.
(Por: Juan Enrique Zúñiga Leal)
La paz interior es la base de una vida plena, sana, prospera y feliz. . . Si logramos alejar de nuestra mente los pensamientos generadores de miedo, resentimiento, frustración, enojo, depresión y desacuerdo con lo que YA ES, seguramente allanaremos el camino hacia esa inapreciable paz interior.
Podemos huir, evitar o desatendernos de las personas, acontecimientos –del presente, pasado o futuro- o situaciones que nos son desagradables, pero ¿Cómo huir, evitar o desatendernos de nosotros mismos si ni en la vigilia ni en sueños podemos dejar de ser nuestra propia compañía?
El concepto de AMOR INCONDICIONAL –como el de la mayoría de las madres hacia los hijos- es el camino más reconocido y recomendado para lograr la paz interior, y es así porque en su esencia implica LA ACEPTACIÓN; aceptar a las personas, acontecimientos –del presente, pasado o futuro- o situaciones QUE YA SON y dejar de recriminarnos por aquello que hicimos o dejamos de hacer, pensamos u omitimos pensar, dijimos o no y cuyas consecuencias fueron desafortunadas, dolorosas y/o perjudiciales para nosotros mismos o para alguien más. . . Dejar esa lucha interna de perniciosa recriminación constante y permanente que resuena en nuestra mente como el más estricto e insensible juez que dicta sentencia condenatoria incesantemente, hasta por hechos que solo han sido en nuestra imaginación. . . y ese insensible e implacable juez SOMOS NOSTROS MISMOS.
Se trata de ACEPTAR LO QUE YA ES y si ello nos es desagradable, doloroso o perjudicial revisar los actos u omisiones nuestras que lo generaron o permitieron y realizar las adecuaciones necesarias para dejar de seguir generándolo, pero hacerlo desde un estado interno en el que NUESTRA COMPAÑÍA sea nuestro mayor tesoro; reconciliémonos con nosotros mismos y pasemos de ser enemigos a los mejores amigos; de ser estrictos jueces que recriminan, culpan, juzgan y reprochan incesantemente a compresivos, benévolos y solidarios compañeros que ayudan a trascender hacia nuestra conversión a mejores seres. . .
La paz interior es un estado del Ser que nos pone un cristal en los ojos con el cual miramos todo lo bueno de la vida y lo disfrutamos y, al mismo tiempo, nos permite darnos cuenta –sin juzgar- de lo que podemos realizar para contribuir a una mejor existencia, nuestra y de todo a nuestro alrededor; hace que los sonidos y las palabras sean música para nuestra alma; convierte en fragancia todos los aromas, en exquisitos alimentos todo lo que probamos, en placenteras sensaciones todo lo que tocamos o nos toca y en agradables experiencias todos los sentimientos que experimentamos. . .
Hagamos las paces con nosotros mismos y dejaremos la predisposición a reñir con el mundo entero, como acertadamente lo expresó Buda.
Juan Enrique Zúñiga Leal.
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