EL VERDADERO SENTIDO DE LA PACIENCIA

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EL VERDADERO SENTIDO DE LA PACIENCIA

 

 

En mi opinión, el diccionario se queda corto explicando lo que es la paciencia cuando dice de ella que es la “capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse”, o “la capacidad para hacer cosas pesadas o minuciosas”, o que es “saber esperar cuando algo se desea mucho”. Es todo eso, no hay duda. Así la entendemos todos. Pero hay algo más.

 

Hay otra visión más profunda, tal vez más espiritual y más relacionada con la visión trascendental de las cosas de la vida y que es útil para las personas que están en un Proceso de Autoconocimiento y/o de Desarrollo Personal.

 

“La paciencia es adaptarse al ritmo de las cosas”.

 

Todas las cosas requieren SU tiempo y todas las cosas tienen SU momento, y pretender adelantar ese momento, forzándolo al sacarlo de su ritmo natural, es perjudicial. No siempre hemos de pretender que las cosas se adecúen a nuestro ritmo y hemos de ser respetuosos y aplicarnos la calma.

 

Se ha convertido en tendencia que todo tiene que ir rápido, que los resultados han de ser inmediatos. Y se ha perdido el placer de ver discurrir las cosas vistas desde la serenidad. Hemos perdido ese aguante comedido que se necesita para dejar que las cosas lleven su propio ritmo, que dispongan del tiempo que requieran sin entrometernos en sus asuntos. Hay que esperar que la fruta madure en el árbol, para que esté en su punto óptimo, y no recogerla cuando aún está verde.

 

Paciencia es también la habilidad de tolerar aquellas situaciones que no son favorables, las que nos perjudican, las que son inevitables.

 

Se requiere tener un muy buen control de las emociones y los sentimientos, que se pueden desbocar fácilmente ante la contradicción de no poder conseguir las cosas en el momento que se desean. Hace falta llevarse bien consigo mismo para serenarse cuando llega la impaciencia, tener buenas palabras y tacto para calmarse.

 

“La paciencia es el camino a la sabiduría”, dicen los orientales. En el budismo zen los hombres sabios tienen la cualidad de ser pacientes y de estar a salvo de las urgencias. Es así.

 

Conviene desarrollar todo lo posible la paciencia porque nos va a ayudar a tener una vida más cómoda y más feliz. Nos aporta mil beneficios: tolerancia, perseverancia, entereza, ecuanimidad, condescendencia, humildad, apacibilidad o paz, templanza, moderación, equilibrio, actitud, carácter, sabiduría, armonía, autocontrol, prudencia, mejora la salud mental, ayuda a alcanzar los objetivos, se pueden tomar mejores decisiones, etc.

 

Y lo que nos aporta su ausencia es poco agradable: nerviosismo, ira, angustia, ansiedad, tensión, estrés, desesperación, intransigencia, el agobio de la prisa, etc. O sea, nada interesante ni beneficioso.

 

De todo lo anterior se deduce que es muy conveniente su presencia en nuestra vida y es algo que realmente merece que le prestemos atención y que nos propongamos desarrollarla más, orientando nuestra vida hacia ella y dándole protagonismo.

 

Algunas cosas te pueden ayudar a obtenerla y mantenerla: meditación, yoga, silencio, relajaciones, mindfulness, consciencia del aquí y ahora, o bien nuevos modos de vida basados en la lentitud: slow life, slow food…

 

Ahora, tal vez te interese, parar un rato, hacer uso de la paciencia que tengas, y dedicarle tiempo a este asunto tan importante. Se le puede garantizar un cambio importante a quien emprenda este camino. No esperes cambios de un día para otro, necesitarás… paciencia.

 

Te dejo con tus reflexiones…

 

Francisco de Sales

 

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