EL AMOR Y LA SABIDURIA

EL AMOR Y LA SABIDURIA
Los colores del amor

Cuando nosotros sostenemos amor y sabiduría en nuestro ser somos capaces de tocar, sentir, ver, reconocer y percibir el Universo del Creador y volverse Uno con él, como si fuera por magia.
Dentro de cada partícula de la energía del Creador nosotros descubrimos amor y sabiduría que pudiera aparecerse de numerosas formas, y sin embargo estar siempre presentes.
El amor y la sabiduría inspiran a todos a conectarse con la magia del Creador pues el ser desea experimentar la síntesis con Él; el ser desea también
Experimentar al Creador, experimentarse de verdad a sí mismo plena y absolutamente.
El amor y la sabiduría son las experiencias que logramos y adquirimos mediante nuestra síntesis con el Creador; experimentamos, creamos y nos volvemos tanto el amor como la sabiduría.
La sabiduría del Creador está salvaguardada; la sabiduría es la conciencia del Creador llena de una gran riqueza, y no obstante es casi incomprensible.
El amor es la barrera que protege a la conciencia del Creador; uno no sólo puede recibir y reconocer la verdadera conciencia del Creador dentro de su ser y mente si uno mismo elige reconocerla plenamente como el amor, sino que es un trayecto tan poético porque uno tiene que poner su confianza verdaderamente en el poder y la fuerza del amor a fin de tener acceso a sí mismo como un aspecto puro del Creador.
Nosotros lo vemos muy claramente en la Tierra ahora dentro de nuestros queridos seres; el Creador ha otorgado a cada ser un tiempo para enfocarse en el amor, para ser y volverse el amor. Esta vez se conoce como la Era del Amor.
El Cristo Cósmico
El Cristo, en sí mismo, es una fuerza còsmica universal, que vive y palpita en todo electrón, en todo ión, y se encuentra latente en todo lo que es, ha sido y serà, esa fuerza puede manifestarse a través de cualquier hombre o mujer que esté debidamente preparado.
Si pensamos en Jesús de Nazareth como la única expresión del CRESTOS, estamos equivocados.
Así como el Cristo en aquella època se expresó a través de Jeshuá Ben Pansirà, así también se expresó a través de Juan El Bautista, y es el mismo que se expresó a través de Moisés (que resplandeció en su rostro, en el Monte Nebo) y es el mismo que enseñó la Sabiduría Hermética en el hombre de Hermes Trismegisto, y es el mismo Quetzalcoatl.
El Cristo íntimo tiene que encarnar y desarrollarse en el corazón del hombre, debe crecer en nosotros, y una vez que ha logrado esto, debe predicar la palabra, para bien de la humanidad. Aunque siempre que El viene al mundo, le odian tres clases de gentes: los Ancianos, los Escribas y los Sacerdotes.
Los Ancianos, las personas muy juiciosas, llenas de experiencia (muy serias), le aborrecen porque no encaja dentro de sus costumbres y su forma de ser. Le aborrecen también los Escribas, es decir los intelectuales, porque no encaja dentro de sus dogmatismos y sus teorías. Y lo rechazan, lo odian también los Sacerdotes de los Templos, porque El viene a decir siempre cosas revolucionarias que van contra los intereses creados de las religiones; viene a destruir dogmas, y eso no lo pueden aceptar los Sacerdotes de todos los cultos.
Hay tres traidores que se prestan para llevarlo a la crucifixión, que son: Judas, el demonio del deseo; Pilatos, el demonio de la Mente; y Caifás, el demonio de la mala voluntat.
Las multitudes piden su crucifixión. No se trata de multitudes meramente externas, sinó de multitudes internas, y cada uno de nosotros tiene esas multitudes dentro de sí mismo (son los "agregados psíquicos", los "Yoes" inferiores, que piden su crucifixión). De tal manera que, el Señor tiene que vivir dentro del Alma Humana, todo el Drama Cósmico.
Por último, el Señor es crucificado y después depositado en su Santo Sepulcro Interior, en su sepulcro de Cristal. Es necesario que el Señor resucite dentro del Sepulcro y él resucita al tercer día, es decir, después de la Tercera Purificación por el hierro y por el fuego. Después de que el hombre ha pasado por las tres purificaciones, entonces el Señor resucita, nuestro Rey se levanta de su Sepulcro de Cristal, se reviste con el "TO SOMA HELIAKON", el Cuerpo de Oro del Hombre Solar, y adviene al mundo físico-sensorial, penetra profundamente en nuestra naturaleza orgánica para poder hablar a las multitudes, para poder trabajar, para poder convertirse en el Siervo de todos.
Obviamente, es fundamental encarnar al Cristo íntimo, y es posible encarnarlo, a condición de recibir la "Iniciación Venusta". Es pues, en la "Iniciación Venusta", cuando el Cristo Cósmico nace en el corazón del hombre.
Cuando él adviene, ciertamente el Iniciado lo único que posee para recibirlo, son los nuevos Cuerpos Existenciales Superiores del Ser.
Ese "Belem" de que se habla en el Evangelio, está dentro de nosotros mismos, porque en la época en la que el Hierofante Jeshuá Ben Pandirá enseñó la Doctrina del kristo, Belem no existía, "Belem" viene del término caldeo ("BEL") que nos recuerda a la "TORRE DE BEL" (TORRE DE FUEGO), y todo hombre tiene que haber desarrollado el Fuego dentro de sí mismo, haber elevado el Fuego a la "Torre", a la parte superior de la cabeza para poder recibir al Señor.
LA INICIACIÓN VENUSTA JESÚS EL KRISTO

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