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Ambos aspectos son muy importantes para su crecimiento, por un lado el que tus hijos se sientan amados, facilitará la cercanía necesaria para que sepan recurrir a ti cuando necesiten apoyo.
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Si logras que ellos se sientan amados en su infancia podrán establecer vínculos afectivos saludables y tendrán una alta autoestima.
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Sin embargo si tu amor no va acompañado de la disciplina tus hijos no aprenderán a respetar las reglas, crecerán creyendo que sus actos no tienen consecuencias y que merece todo sin esforzarse.
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Obviamente estas ideas lo pondrán en situaciones de riesgo y le dificultarán una adaptación adecuada con los demás.
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La disciplina ayudará a tus hijos a ser personas responsables, respetuosas de los otros y llegado el momento será una habilidad clave para que puedan conseguir sus objetivos.
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Demasiada disciplina sin amor tampoco será buena pues puede hacer de ellos personas rígidas, distantes e incapaces de dar y recibir afecto.
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Habla con ellos y conócelos, no des solo ordenes, tómate un tiempo para convivir.
No les des todo lo que piden, enséñales el valor de las cosas y esfuerzo.
Cumple tus promesas buenas y malas, ya sea un premio o un castigo.
Reconoce su esfuerzo cuando hagan algo bueno.
Escúchalos cuando se acerquen a ti, especialmente si es algo que les preocupa.
Ayúdales a resolver sus problemas sin hacerlo todo tú, es importante su participación para que asuman su responsabilidad y desarrollen sus habilidades.
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Si hay algún aspecto de tu relación con tus hijos que sientas que necesita trabajarse no dejes pasar más tiempo y haz algo.
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Comentarios
excelente gracias.
Muy bueno, muchas gracias