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El futuro pertenece a aquellos que creen en la belleza de los sueños.
Eleanor Roosevelt
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En todo contexto cultural, desde las grandes civilizaciones hasta las más pequeñas y prístinas tribus, los sueños han desempeñado un papel importante, y en este sentido parece que ambos, ellos y nosotros, estamos condenados a coexistir interminablemente. El mundo de los sueños es esencialmente misterioso, y por más que llevamos siglos reflexionando alrededor de esta 'realidad' alterna, tal vez una porción considerable de su naturaleza se mantendrá siempre a salvo de nuestro entendimiento.
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Soñar nos remite a resquicios de la mente, desprende filamentos asociados a lo trascendental, quizá a lo místico y proyecta patrones arraigados en lo más profundo del universo humano —los sueños como bits arquetípicos. Pero por ahora nos concentraremos en uno de los aspectos más apasionantes de la actividad onírica, en su relación con lo que sucede en la realidad convencional. Como si fuese una narrativa entretejida a partir de un intercambio epistolar, lo que ocurre en la realidad "vivida" influye directamente en la realidad "soñada" y, hasta cierto punto, viceversa.
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Si bien podemos imaginar una especie de red de influencia bilateral, en la que todo lo que vivimos influye, potencialmente, en lo que soñamos, la experiencia colectiva y la investigación científica han permitido delinear una relación entre estímulos específicos y efectos similares. Gracias a esto, podemos proceder a nuestro listado de agentes oníricos, que incluye posturas, alimentos o circunstancias particulares que podrían determinar ciertos aspectos de lo que sueñas.
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El campo magnético de la Tierra
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La actividad geomagnética ha probado tener injerencia en múltiples aspectos de la dinámica terrestre. Distintos animales, sobretodo aquellos que practican la migración cíclica, como los delfines y los pichones, la resienten —algo similar ocurre con los sistemas de navegación, por ejemplo el GPS. Los radares, satélites, el espectro de radio-tv, y los campos eléctricos, también son influenciados por esta actividad. Algo similar ocurre con los sueños, al menos según una investigación de Darren Lipnicki, quien, tras analizar sus sueños durante ocho años, concluyó que entre menor era la intensidad de actividades geomagnéticas, los sueños adquirían mayor extravagancia.
Sobre sueños y flores
Científicos alemanes de la Universidad de Mannheim descubrieron que olores placenteros, por ejemplo el de una flor, captados por una persona mientras dormía, aumentaban la probabilidad de que experimentara emociones agradables durante el sueño. Lo anterior podría ser utilizado con fines terapéuticos, por ejemplo para disminuir ansiedad o depresión.
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Dormir boca abajo erotiza el flujo onírico
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De acuerdo con un estudio de encabezado por Calvin Kai-Ching Yu, de la Universidad Shue Yan, en Hong Kong, las personas que duermen boca abajo, sobre su estómago, son mucho más propensas a tener sueños eróticos. Y a pesar de que aún falta profundizar en la investigación de este fenómeno, el autor sugiere que este peculiar fenómeno podría deberse a que en esa postura la persona recibe menos aire del estómago, lo cual podría generar una sensación de apretujamiento que, a veces, asociamos con el acto sexual.
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La ubicación geográfica
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A pesar de que no hay estudios científicos que lo respalden, al menos que yo haya encontrado, muchas personas que habitan en regiones relativamente cercanas al Ecuador, reportan que cuando viajan a latitudes cercanas al Polo Norte, por ejemplo a los países escandinavos, sus sueños adquieren una nitidez extraordinaria —que incluso provoca, en algunos casos, que se entremezclen los sucesos vividos con los soñados.
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El queso y los sueños
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Una de las correlaciones más curiosas entre estímulos vividos y sus efectos en sueños es el consumo de queso. Un estudio elaborado por el British Cheese Board concluyó que, contrario a lo que se pensaba, el consumir queso treinta minutos antes de dormir puede, tras reducir tus niveles de estrés, estabilizar tu sueño y así evitar sueños angustiantes o pesadillas. Pero la extravagancia realmente comienza cuando la misma organización descubrió que comer queso tipo Chedar te hace más propenso a soñar con celebridades, mientras que ingerir queso azul facilita los sueños estrambóticos y el queso de la región de Cheshire ayuda a dormir plenamente pero complica recordar lo soñado. Esta relación entre el queso y el sueño se podría deber a que el primero contiene un aminoácido llamado triptofan que, aparentemente, actúa de manera activa sobre el flujo onírico.
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Gastronomía lúcida
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En este apartado mencionaremos algunos alimentos que facilitan la obtención de sueños lúcidos –aquellos en los que mientras duermes puedes darte cuenta que estás soñando e incluso actuar a voluntad. Según un estudio realizado en 2002, la vitamina B6 facilita la lucidificación de los sueños. Aparentemente esto se debe a que ayuda a generar y procesar un aminoácido llamado triptófano, que es el encargado de estimular este fenómeno. Consecuentemente se recomienda comer alimentos ricos en vitamina B6, entre ellos pollo, pavo, atún y salmón, o fijos de soya, habichuelas y semillas de calabaza. También se dice que el ajo, la zanahoria, y el ajonjolí facilitan este tipo de experiencias, aunque desconozco cuáles sean las bases para afirmarlo.
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Los aromas
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Además del oído, el olfato es un sentido que influye notoriamente en lo que soñamos. Tenemos ya el ejemplo concreto de las flores y los aromas dulces, pero al parecer esta relación ocurre también con todo tipo de olores. Al respecto, el profesor Tim Jacob, especialista en el estudio del olfato y el gusto en la Universidad de Cardiff, advierte que “el olfato es el único sentido que nunca 'duerme'. Los demás sentidos tienen que pasar por el tálamo, el cual se encuentra cerrado mientras dormimos”.
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Todo influye todo
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Tal vez sobre decirlo, pero luego de haber repasado este breve listado, es difícil no reflexionar que en realidad todo está expuesto a todo. Cualquier pensamiento, emoción, encuentro social, estímulo visual, auditivo, gastronómico, etc forma parte de un intrincado engranaje a partir del cual todo está, permanentemente, influyendo todo lo demás. Tenemos el ya gastado ejemplo de la mariposa que al aletear empuja aire, el cual puede ser el origen de un huracán a miles de kilómetros de su ubicación –y que se refiere a la elegante entropía.
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Tomando en cuenta esto último, parece un hecho que nuestros sueños son el resultado de, literalmente, millones de variables, dinámica en la cual ciertamente pueden detectarse patrones o correlaciones habituales, y ello nos refiere a una invitación permanente: observarnos. Parece un reto divertido poder constatar cada uno de los elementos del listado anterior a partir de la experiencia práctica. Comprobar si en nuestro caso las flores realmente detonan sueños dulces, o si comer queso chedar facilita encuentros oníricos con celebridades. Y posteriormente hacer lo propio con todo: tratar de detectar los cómo inciden diversas circunstancias en nuestro sueño, por ejemplo el encuentro con una persona en particular, el consumir un cierto alimento, o escuchar determinada música. Con un poco de suerte tal vez en algún momento lleguemos a ser capaces de programar a voluntad ciertos ingredientes de nuestro sueño, con los beneficios imaginables y aún inciertos que ello podría generar.
En fin, solo resta recordar que tu, en este preciso instante, eres la suma de absolutamente todas las acciones, decisiones, pensamientos y emociones que hasta ahora se han registrado en tu vida –si, incluidos los sueños.
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