La luna de miel después del matrimonio es muy peligrosa. Por lo que he podido comprobar, el 99 por 100 de los matrimonios se terminan cuando la luna de miel llega a su fin. Pero entonces ya estás atrapado, no tienes forma de escaparte. Si dejas a tu mujer o si tu mujer te deja toda la sociedad, la ley, los tribunales y todo el mundo estarán contra ti. Todo el mundo está contra ti: la moralidad, la religión, los sacerdotes.
En realidad, la sociedad debería poner barreras al matrimonio y quitárselas al divorcio. La sociedad no debería permitir que la gente se casase tan fácilmente. Los tribunales deberían poner impedimentos: que antes de poderte casar vivas con la mujer al menos durante dos años. Actualmente, están haciendo justo lo contrario. Cuando quieres casarte, nadie te pregunta si estás listo, o si no es más que un capricho porque te gusta la nariz de esa mujer. ¡Qué idiotez! No se puede vivir sólo con una bella nariz. Al cabo de dos días te habrás olvidado la nariz, ¿quién se fija en la nariz de su mujer? La mujer nunca está hermosa, el marido nunca está hermoso; en cuanto te relacionas con alguien desaparece la belleza.
Se debería permitir que las personas viviesen juntas para conocerse, para tener confianza. Antes de eso, aunque ellos quisiesen, no deberían dejarles casarse. Así desaparecerían los divorcios de la tierra. El divorcio existe porque los matrimonios no funcionan y les obligan a casarse. El divorcio existe porque los matrimonios tienen una naturaleza romántica.
La naturaleza romántica está bien si eres poeta, y los poetas no tienen fama de ser buenos maridos ni esposas. De hecho, los poetas casi siempre son solteros, tontean pero nunca pican, por eso su romance sigue vivo. Siguen escribiendo poesía, bella poesía… No deberíamos casarnos con una mujer o un hombre cuando nos encontramos en un momento poético. Deberíamos esperar a que llegase el momento prosaico, y después sentar la cabeza. Porque el día a día es más prosaico que poético.
Habría que ser lo bastante maduro. Madurez significa que has dejado de ser un estúpido romántico. Has entendido la vida, has entendido la responsabilidad sobre tu vida, has entendido los problemas de estar con otra persona. Aceptas todas esas dificultades y, a pesar de eso, decides vivir con la otra persona. No estás esperando que todo sea como estar en el cielo, que todo sean rosas. No estás esperando bobadas; sabes que la realidad es dura, difícil. Hay rosas pero son pocas y alejadas una de otra, sin embargo, hay muchas espinas.
Si eres consciente de todos estos problemas y decides que vale la pena arriesgarse con una persona antes que estar solo, entonces, cásate. De este modo, el matrimonio no matará el amor, porque este amor es realista. El matrimonio sólo mata el amor romántico. Y el amor romántico es lo que la gente llama amor adolescente. No puedes confiar en él. No deberías considerarlo un alimento. Es como un helado, se puede comer a veces, pero no puedes mantenerte a base de helados. La vida tiene que volverse más realista, más prosaica.
El matrimonio en sí no destruye nada. El matrimonio simplemente saca a la luz todo lo que está escondido dentro de ti, lo saca a relucir. Si dentro de ti hay amor escondido, el matrimonio lo saca a relucir. Si el amor sólo era mentira, un cebo, antes o después desaparecerá. Y entonces, tu realidad, tu horrible personalidad saldrá a relucir. El matrimonio es simplemente una oportunidad de sacar a relucir todo lo que estaba oculto en tu interior.
El matrimonio no destruye el amor. Quienes destruyen el amor son las personas que no saben amar. En primer lugar, el amor se puede destruir porque no existía, estabas viviendo en un sueño. La realidad destruye ese sueño. De lo contrario, el amor es algo eterno, es parte de la eternidad. Si creces, si conoces el arte y aceptas la realidad de la vida amorosa, entonces el amor irá aumentando cada día. El matrimonio se convierte en una tremenda oportunidad de crecer en el amor.
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