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Enviado por Maya.
No tenemos que comprometernos a un futuro juntos. El futuro es tan desconocido, y somos tan fluidos, y estamos tan cansados de pretender que sabemos.
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Nuestros pensamientos y sentimientos están en constante cambio, son incontrolables, como un océano salvaje de amor.
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Nuestros deseos crecen y menguan; nuestros sueños nacen y mueren a cada momento.
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No tenemos que comprometernos a una cierta forma de amor. Las formas están cambiando siempre, como las mareas.
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No necesitamos seguridad aquí. No estamos buscando comodidad, sino la Verdad.
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Hagamos un compromiso más profundo; uno que no pueda romperse o perderse.
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Con la presencia. Para estar en el aquí y ahora.
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Para dar todo de nosotros mismos. Para conocer, y dejarnos conocer.
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Para decir la verdad, hoy; sabiendo que nuestra verdad podría cambiar mañana.
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Para inclinarnos ante el otro, incluso si nuestros corazones están rotos o sensibles.
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Sin promesas, sin garantías.
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¡El amor requiere de coraje! ¡Sí!
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Porque el amor es un campo, no una forma. Comprometámonos con el campo, recordemos el campo en cada momento de nuestros preciosos días en esta Tierra.
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En diez años, podríamos seguir juntos. Podríamos tener hijos. Podríamos vivir juntos, o separados.
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Podríamos no volver a vernos nunca más. Este podría ser nuestro último día.
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Si somos honestos, en realidad no lo sabemos; el no saber es nuestro Hogar.
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Podríamos ser amigos, o amantes, o extraños, o familia, o podríamos seguir siendo algo indefinido, más allá de la narrativa, nuestro amor no puede ser capturado en palabras.
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Aquí, al borde de lo conocido, en la línea que algún día dividió la cordura de la locura, y la duda de la certeza, jugamos, bailamos, bebemos té, nos acariciamos, lloramos, nos encontramos.
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Sacrificamos la comodidad y la previsibilidad. Pero lo que ganamos es asombroso: Este tremendo sentido de estar vivos. Completamente abiertos a los misterios del amor, a los misterios de nuestros cuerpos.
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Un poco en carne viva, tal vez. Un poco temblorosos. Quizás un poco desorientados, pero quizás este sea el precio de ser absolutamente libres.
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Tal vez una antigua parte de nosotros siga aún buscando a mamá o papá, a esa Persona Mágica que jamás ha de irse, que siempre estará allí, que se lleve la soledad reprimida que vive en nuestras entrañas. Amando esa parte asustada, también; inclinándonos ante esa parte, también, pero sin ser controlados por ello.
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Y preguntarán:
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¿Qué hay de su futuro?
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¿Qué pasará si tienen hijos?
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¿Cómo diablos se definen ustedes?
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¿Por qué le temen al compromiso?
¿Por qué huyen de la seguridad? ¿De la comodidad? ¿Del futuro?
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Los llamarán locos, o dirán que no conocen el amor, o que están perdidos, o que son poco amorosos y egoístas, y ustedes sonreirán, y entenderán su miedo, porque ese miedo fue alguna vez el de ustedes, y ahora ya no pueden abandonar su camino.
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Y nadie tiene que caminar con ustedes. Nunca.
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En determinado momento, sólo la Verdad los hará sentir satisfechos. Una verdad viviente, renovándose a sí misma en cada momento, la Verdad salvaje del corazón abierto.
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Cuando el Amor y la Verdad son Uno, cuando el Compromiso está profundamente enraizado en el aliento, podemos finalmente pararnos frente a frente sin resentimiento, y estallar en el más melancólico de los atardeceres, cobijados en la más profunda alegría.
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Caminando solos, juntos, solos.
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- Jeff Foster
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