CUANDO ALGUIEN SE MARCHA...Janette Yazmín

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Todos hemos experimentado el dolor de perder a alguien.... desde perder a un familiar, una pareja, un amigo. Y dependiendo de la fuerza del sentimiento que te unió a esa persona, es tu reacción ante esa pérdida.

Cuando pierdes a alguien, pierdes un poco el rumbo de tu vida... sientes que ya nunca volverá a ser igual. Y consumes tu tiempo en distracciones y amistades, 

huyéndole un poco al hecho de que, al final del día, volverás a quedarte solo, sumido en tus recuerdos. Si la persona que se ha ido, ha sido por mucho tiempo el eje de tu vida; poco queda en esta que dé color a todo lo que haces, y prefieres vivir en automático mientras el dolor poco a poco desaparece. En el peor de los casos puedes verte sumido en una depresión o distimia, que coloree de gris incluso los más bellos colores del arcoiris. En el mejor de los casos, a pesar del inmenso dolor, puede encontrarse en ti un genuino deseo de vivir, y un esperanza para, de una vez por todas dejar el dolor atrás que te impide disfrutar de tu día a día.

En todos nosotros existe una tendencia a aferrarse a nuestras últimas memorias y a encontrar la ilusión de algo que te redima, como un nuevo amor o una nueva pasión por algo a realizar... pasando las horas y los días aferrado del madero que te impedirá hundirte sin remedio en el mar. Todos buscamos ese madero, mas hay que tener cuidado a qué madero nos estamos aferrando.
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Cuando alguien se va, te vuelves vulnerable ante un mundo que pareciera no comprender tu dolor; ya sea porque no lo ha vivido o porque se resiste a cambiar de canal, por "seguridad propia", y tienes que escuchar preguntas del tipo, "y? ya te sientes mejor?", como si toda una vida de recuerdos pudiera ser borrada por una marejada de frases optimistas. El dejar ir a alguien, toma su tiempo; e igualmente el recuperarse de un "dolor compartido" por parte de otros seres que también comparten la misma pena. A veces tienes que superar no sólo tu propio dolor, sino el dolor de toda la gente que se allega a ti, y a la que de alguna forma estás apoyando a pasar por este difícil proceso. A veces no es sólo tu propio proceso, sino el proceso compartido de mucha gente, que puede pesar ligera o medianamente sobre tus propios hombros. Sus recuerdos y el dolor de sus recuerdos; la preocupación que te surge de pensar, qué es lo que harán todos ahora que han perdido a ese ser querido en común.

 

Ante una pérdida, frases como, "cada quién escogió venir al mundo en las circunstancias en las que vino, y cada quién debe recorrer su propio camino y realizar su propio progreso", o, "las cosas pasan por algo", duelen. Y aunque sabes que estas frases esconden una gran verdad, no dejan de dolorte y de causar un sentimiento de que no eres comprendido en su totalidad.

Cuando pierdes a alguien que aún significa mucho para ti, te toca observar desde una burbuja a un mundo que ríe y bromea, completamente ajeno a tu dolor; y te toca sacar fuerzas de flaqueza o incluso "fingir" para que este mundo vea que estás haciendo lo mejor que puedes. Un mundo que tal vez a veces no puede entender por qué después una "Pizza Hut" aún no se te ha olvidado que ese alguien se ha marchado de tu vida.

 

Un mundo que tiene PRISA por vivir y dejar atrás, pero que cuando les toca... reaccionan exactamente igual a como tú lo haces, aunque lo nieguen. Un mundo que ante tus ojos pareciera de pronto falto de empatía, y que establece sus propias etiquetas sobre lo que es un triunfador y una "víctima emocional". Un mundo al que pudieras pensar que no se le ha muerto un perro o un canario o mucho menos alguien muy cercano.

Pero la verdad es que, en ese mundo, todos hemos pasado, en mayor o menor medida por alguna circunstancia similar. Y puede ser que tal vez todos intenten ayudar de la mejor manera que ellos saben. Todavía recuerdo a una buena dama ofreciéndome hace algunos años, "el pudín que tango me gustaba", para ayudarme a olvidar una persona perdida. Cada quien se mueve, desde su propia experiencia y habla según su propio entendimiento; y todos estos intentos por consolar o ayudar, aunque "no den en el blanco", puedes tomarlos en el fondo de tu corazón, como sinceros intentos de ayudarte. Después de todo, la intención es lo que cuenta.
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Toma tiempo, el superar una pérdida; las lágrimas que interna o externamente puedas derramar, no se pueden cuantificar, y es posible que ese recuerdo de esa persona permanezca vivo como una pequeña herida que sin sanar por completo, al volverse a tocar, vuelva a sangrar. Pero yo te digo que se puede; que es sano que te tomes tu tiempo, que vivas tu duelo, y que hay cosas que a veces a simple vista no se pueden comprender, pero hay un significado muy profundo, muy oculto, del por qué las cosas pueden suceder.

 

El hacer que una persona se vuelva el centro de tu vida, conlleva unos riesgos impresionantes, pues cuando ese centro se te mueve, se mueve tu vida entera. No estoy diciendo con esto que no puedas querer a los demás con todo tu corazón, pero una parte de tu corazón, la más importante, debes reservarla para tu fuerza interior; esa fuerza que te sacará adelante cuando más lo necesites.

 

A veces, cuando nos encontramos enfrentando una pérdida, tendemos a asirnos al madero que aparentemente nos ofrezca más seguridad. ¿Cuántas veces al terminar con una relación de pareja, no buscamos olvidarla inmediatamente con otra? Y nos vemos de pronto en la trampa de querer encontrar todo lo perdido en la pareja anterior, en esta nueva persona, y la decepción viene sólo a acrecentar el dolor que ya veníamos cargando.

Mira con especial atención el madero o los maderos a los que vas a asirte; acepta la ayuda y la compañía de los amigos y personas que tú sabes en los que puedes confiar, mientras te encuentras en tus momentos más vulnerables. Y aunque pareciera en vano, retoma tu vida; tus ritmos de entradas y salidas; sigue adelante, aunque por lo pronto pareciera no ayudar; a la larga, créeme, que produce resultados.

 

Llena ese inmenso vacío, de amor, con un amor superior; con un amor espiritual; dependiendo de en lo que creas, busca a ese Amor Superior, acógete y refúgiate en Él, busca la paz perdida, cuéntale tus penas; tómate el tiempo que sea necesario, pero sin descuidar el contacto con los demás, porque es importante. Adéntrate en tu interior y habla con ese corazón dolido y dile que todo está bien, que va a sanar. Busca el amor por ti mismo, el amor que te redimirá y te devolverá la vida que parecieras haber perdido.

 

No se te pide que olvides, sino que trabajes, y verás como llegará el día en el que podrás decirle adiós o hasta luego a esa persona, y sin temor, sin pendiente por olvidar su recuerdo, porque ese recuerdo y esa presencia ya viven en ti, en tu corazón; es sólo que al igual que las relaciones humanas cambian, también lo hacen las relaciones espirituales; algún día tendrás la certeza de que la comunicación con esa persona no se ha roto; permanece tan viva como siempre, es sólo que ahora se da en otro nivel, en un nivel más espiritual, y que de las palabras que se profieren, el cielo y el viento son mensajeros.


Janette Yazmín


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Comentarios

  • Gracias Janette  muy bonita  tu reflexión. aunque es tan difícil dejar ir a un ser querido.Un fuerte abrazo a todos mis queridos hermanos.

  • Muy sabio gracias.

  • cuanta belleza en estas palabras cuanta empatia y sabiduria inmersa, paso ahora por un duelo y me ha ayudado mucho, gracias querida amiga maya por compartir, bello ser de luz, namaste.

  • Maravilloso! Sin palabras...Namasté.

  • realmente,ustedes y sus comentarios nos ayudan a ver la vida de una manera muy bella gracias

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