NO ESCUCHES A QUIEN NO TE QUIERE BIEN

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NO ESCUCHES A QUIEN NO TE QUIERE BIEN

En mi opinión, somos demasiado sensibles a las valoraciones que los otros hacen de nosotros, y cuando lo que dicen no resulta de nuestro agrado, nuestra baja autoestima o nuestro ego herido reaccionan de modo que nos quedamos hundidos, heridos, abatidos.

Como somos bastante dependientes de que los otros tengan un buen concepto de nosotros, nos afecta que la opinión que les provocamos no sea excelente. Y esto es peligroso y contraproducente.

“A palabras necias, oídos sordos”, se dice. Con razón. Las palabras, por sí mismas, no tienen poder de afectar. Son solamente una sucesión de letras ordenadas en cierto modo. Y nada más. Somos nosotros los que les añadimos sentimientos, o agresividad, o cariño… los que les damos autoridad para que nos animen o nos hundan, nos halaguen o nos insulten.

Cuando alguien que no nos quiere bien nos dice algo es muy posible que en ello haya una clara intención de hacernos daño, de agredir, y lo que espera es que nos duela, que nos sintamos mal. Si nos sentimos mal con lo que nos digan o hagan ESTAREMOS COLABORANDO CON ELLOS, seremos sus cómplices, les estaremos ayudando.

Hay que tener mucho cuidado con aquellos que en lo que nos dicen está implícita la intención de hacernos daño, de menospreciarnos o despreciarnos, de resaltar nuestros errores o defectos, de insultarnos. Es mejor no escucharlos o no darle valor a lo que nos digan. Sea lo que sea.

Si alguien que nos quiere bien nos dice algo, o nos hace ver algo, es muy posible que en su intención esté ayudarnos y que desee nuestro bien. Conviene escucharle. Pero si eso lo hace alguien que no nos quiere bien, la actitud apropiada es escucharle, pero desapasionadamente, sin involucrarnos ni actuar desde la rabia, objetivamente y sin prejuicios, por si tuviese razón, pero una vez verificado hay que borrarlo.

El autoconocimiento y la autoestima equilibrada son muy útiles en estos casos. Nos hacen saber quiénes somos, y no somos esa persona de la que nos están hablando los que no nos quieren bien –que, insisto, es muy posible que lo que hagan o digan exclusivamente con la intención de perjudicarnos-.

Si uno sabe quién es, y cuánto vale, no le ha de afectar lo que digan o piensen los otros. En estos casos es conveniente recordar esta frase: “Jamás podremos satisfacer a todo el mundo, ni siquiera el propio Dios lo ha conseguido”.

Vigila que tu estabilidad personal y emocional no esté en manos de los otros y que no dependa de ellos que tú te encuentres bien. Tú has de estar bien y equilibrado a pesar de lo que digan u opinen los otros.

Quítales el poder sobre ti.

No escuches a quien no te quiere bien.

Te dejo con tus reflexiones…

Francisco de Sales

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