ENVIADO POR ROBERTO
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La belleza que tanto buscamos está en nuestro interior. No hay ropa ni peinado que embellezca la falta de carácter. Vivimos en un mundo preocupado con lo exterior, donde para todo tiene que haber una retribución; hasta en el amor se espera recompensa.
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En los disgustos de parejas, familiares o amigos, encontramos quejas como: “¡Después de todo lo que yo hice!...” Verdaderas cobranzas infundadas, llenas de amargura y resentimiento, fruto de actitudes exteriores que dañan nuestro espíritu.
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Lo más sabio para vivir en paz con todos, consiste en tratar de comprender a cada uno según su individualidad; esa justicia hace que la conciencia esté tranquila. Esperamos demasiado, pero sin ofrecer mucho más. Creemos que todo lo merecemos.
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Alma querida, antes de que el sol de hoy se ponga, aprende:
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Que tu espíritu estará tranquilo cuando perdones, en vez de juzgar.
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Que debemos ser como el bambú, que se agacha cuando llega la tormenta, pero luego vuelve a levantarse.
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Que si no quieres sentirte solo debes construir puentes, en lugar de muros.
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Que debes hacer lo mejor sin esperar nada de los otros. Así, las cosas fluirán tranquilas como el agua.
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Recuerda:
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No emitas juicios ni permitas que los juicios de otros te afecten; así comenzarás a disfrutar de una sana ligereza.
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La felicidad es interior, no exterior. Por lo tanto, no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos.
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Procura volver a la sencillez de la vida, a lo ligero y espontáneo. En ello reside la base de la armonía y la cercanía a Dios.
Y por último, no olvides que la tolerancia es la mejor religión.
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Paulo Roberto Gaefke
Comentarios
ojalá sienmore lo tengamos presente mil gracias.
excelente reflexión así debe de ser el día con día
Hermoso Maya. Gracias hermana.