¿SE DEBE DECIR TODO LO QUE SE SIENTE?

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¿SE DEBE DECIR TODO LO QUE SE SIENTE?

En mi opinión, no es habitual quedarse con una sensación serena cuando expresamos los sentimientos desagradables hacia otra persona. Sobre todo si se han dicho de un modo alterado.

A veces, en la relación con los otros, uno ve cosas que no le parecen adecuadas y no expresa lo que piensa, o escucha algo que no le gusta pero no replica, o piensa en algo que le gustaría decir pero lo calla.

La mayoría de la culpabilidad de esto la tiene la educación recibida –que en ciertas ocasiones es un gran impedimento para hacer las cosas tal como se deberían hacer-, o las relaciones sociales –y sus muchas veces incomprensibles e innecesarias imposiciones-, o eso que hacemos de “quedar bien” –quedar bien con los otros, porque con uno mismo se queda mal-, y también el no poder expresarse sinceramente porque entonces se puede armar una trifulca –y uno tiene que tragarse sus propias bilis…-, o porque el otro es el jefe y si se le cuenta puede tomar una represalia y despedirnos, o porque…

Hay muchas ocasiones en que uno acaba callando lo que le gustaría decir, y eso es el comienzo de una retahíla de reproches internos en que uno se recrimina a sí mismo “no haber cantado las cuarenta”, o uno mismo se regaña por “ser tan cobarde”, o se siente mal “por haberse mordido la lengua”.

También sucede lo contrario: que esas quejas y reproches sean por haber dicho –generalmente en un momento de ofuscación o rabia descontrolada- algo de lo que después uno se arrepiente, y se siente mal por lo mal que se ha quedado el otro…

En estos casos, por lo general queda esa sensación más por el modo en que se ha dicho que por lo que se ha dicho.

La sugerencia adecuada es la de ser y mostrarse asertivo. Defender la opinión o el derecho pero sin avasallar al otro, sin gritos ni alteraciones, con firmeza y convicción. (Más información sobre asertividad: http://buscandome.es/index.php/topic,11771.msg13959.html#msg13959)

Una de las recomendaciones sensatas es la de tratar de ser empático cuando uno se encuentra en la situación de tener que hacer o decir algo que se supone que no le va a agradar al otro.

Si yo fuera el otro… ¿Cómo me gustaría que me lo dijeran? Y hacerlo así.

Hay que tener en cuenta que si los otros sólo jugaran al juego social de hablar nada más que de lo agradable y lo bonito, que es lo que a nosotros nos gusta escuchar, y dijeran a todo ¡qué bueno!, ¡qué bien te queda!, ¡qué guapa estás!, ¡qué bien lo has hecho!... eso nos podría llevar a vivir en un error porque la realidad es que ni estaba bueno, ni nos quedaba bien, ni una estaba tan guapa, ni aquello estuvo tan bien hecho.

La sinceridad es más enriquecedora y útil que la mentira. Y es mejor si está bien expresada. Si nadie nos dice la verdad eso nos lleva a vivir en un engaño que no debiera servirnos ni conformarnos. El auto-engaño está prohibido en el Proceso de Desarrollo Personal.

La realidad es la realidad y disfrazarla o negarla no la cambia.

Cuando uno se ve en una disyuntiva en la que se cuestiona si decir o no tal cosa, posiblemente lo mejor sea decirla -eso hay que valorarlo en cada caso-, pero hay que cuidar el modo de hacerlo, hay que buscar el momento apropiado, tener cuidado con la intención, respetar al otro, y ser justo.

MODO – Hay que procurar que no sea un modo agresivo u ofensivo, para que el otro no se sienta mal.

INTENCIÓN – Informar del propio punto de vista, de lo que se ha sentido, de la opinión personal, para que el otro lo revise. Hacérselo ver del modo más claro y aséptico posible. Sin ser ofensivo, pero exigiendo el respeto a uno mismo.

OJO – Hay que buscar un equilibrio entre tratar de no perjudicar al otro, pero cuidando también que el callar no perjudique a uno. Si son varias cosas, tal vez sea mejor no sacarlas todas juntas porque el otro puede sentirse muy atacado, o muy mal si no ha sido del todo consciente de lo que nos ha hecho.

Todo aquello que se calla a desgana acaba volviéndose contra uno mismo. Es así. Pretender olvidar algo no lo resuelve -sólo lo esconde-, ya que la sensación insatisfactoria que deja el tener que reprimirse sigue afectando desde su silencio.

La sugerencia es que sí hay que decirlo todo, respetando a la otra persona y respetándose a sí mismo, haciéndolo en el momento adecuado y del modo adecuado, evitando las malas formas y las acusaciones hirientes, sin crispaciones y con asertividad.

Te dejo con tus reflexiones…

Francisco de Sales

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