REFLEXIÓN

Reflexionemos.

Se me hace muy cuesta arriba esto del reflexionar y lo del meditar, pues es un proceso que no conozco en realidad, en mi realidad. Tal vez en mi creación de lo que eso es, me quedo mirándome, observándome, incluso reflexionándome y aparece un producto personalizado, único, que patento ante el mundo exterior, sin haberle prestado la más mínima atención a eso que se llama espacio interior. Tu yo superior. Alma. Corazón. Altar. Vida Plena. Dios. Cielo. Amor.

¿Tiene sentido reflexionar sobre algo cuyo resultado ya se ha decidido previamente? ¿No es autoengaño, la aparente decisión de mantener esa palabra, reflexionar, haciendo en realidad otra cosa distinta. Más bien una búsqueda que adorne el resultado pactado conmigo mismo?

Miro al final de la reflexión cuando todavía ese proceso del pensar reflexivamente no lo he iniciado en mi mente-pensamiento. Lo retengo. Con la mirada fija en el resultado, no se me olvide el propósito de la reflexión.


Parece que es la vida la que ocurre. Sola.

¿Y si en lugar de reflexionar le llamo "justificar"? Ajajá, me suena mejor !!! Más apropiado a lo que me estoy haciendo a mi mismo. Justificando un final deseado a modo de que: "es la vida la que me ha llevado hasta ahí. Yo no he hecho nada, de verdad".

Reflexión: "Acción que busca un resultado pensado". Surge sin mirar lo que el diccionario dice, pues en verdad, es lo que este mundo me muestra, y yo no quiero ver la versión "oficial" del verbo. Me quedo tan ancho con mi versión: "Acción que busca un resultado pensado".

Distancia entre mi yo aquí y mi yo allí.

Entre medio, el deseo de llegar. El horizonte me muestra la distancia que veo cerca o lejos en relación a mis propios deseos o necesidades de alcanzar la meta. A veces, demasiado cerca. Otras, demasiado lejos. Las menos, la distancia es la correcta, sin darme cuenta de que la distancia se me muestra para que la observe en toda su extensión, plenamente, no solo en metros o kilómetros. Mi objetivo es justificar el resultado de esa reflexión que todavía no he comenzado. Me des-compongo. De verdad.

Un sorbo de café, semi-frío y amargo, me devuelve aquí.

Entretanto escucho el canto del sorteo de la lotería de navidad y me voy al interior de cada uno de esos personajes. Representan a unos niños que siento que nada o poco saben de la vida. Del valor del dinero, del poder, de la escasez, del deseo, de la infelicidad, de la felicidad si "me" toca algo, de la super-felicidad si "me" toca mucho, del consuelo si la salud "me" respeta, de la posibilidad de tapar huecos, de ayudar, de respirar, de saldar cuentas pendientes, etc., etc. De ser alguien diferente a quien era antes del resultar premiado o no.


Las voces me suenan dulces, angelicales, felices, carentes de esas cargas de las mentes mayores, no por ello adultas. Cogen la bola, miran, observan y dicen, sin saber hacia donde irá su suerte, un número y otra voz una cantidad de euros, ambos asociados. Número y euros, a lo que se le ha llamado, "el premio". O sea que como siempre, hay premiados y no premiados. Ilusionados y desilusionados. Probablemente alguna vida-experiencia será salvada o cuanto menos mejorada, en el tiempo.

Ni bueno ni malo, ya se verá. Dice una fábula.


Parece que algo se mueve, pero eso es parte de la ilusión.

La mente que piensa, sigue exactamente en el mismo sitio en el que estaba antes de ser premiada o no premiada, preguntándose ¿y ahora qué? Tratando de justificar, pensando, reflexionando o en meditación, eso que parece que ha pasado ahí en el circo del sorteo, del que yo, aunque solo sea poniendo el oído y la emoción, participo completamente.

Este año, no he comprado ningún décimo ni siquiera. No soy jugador de esta ilusión, de otras mi apego es total; pero la guardo para mi. La suerte en este sentido está echada por lo que respecta a mi participación directa en los juegos relacionados con el dinero, aunque se que en verdad es imposible salirse de la mente global, de la mente que une, de la Mente que Es. Nada es real, hasta que uno (el yo) decide que lo sea y eso es totalmente falso.

Y alguien se acerca a despedirse.

Me tomo unos días de vacaciones, me dice. Nos vemos en otro instante de no sé que vida. Pienso.
Gracias.

Bendiciones a mis espejos


Rafael Carvajal

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