LA VENGANZA

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LA VENGANZA

En mi opinión, esa necesidad de venganza que sienten algunas personas cuando han sido mancilladas, humilladas, o agredidas verbal o psicológicamente, en demasiadas ocasiones es desproporcionada con respecto al motivo que provoca esa necesidad, y en la mayoría de las ocasiones no es adecuado.

VENGANZA: "Satisfacción que se toma del agravio o daño recibidos". Algo que aparentemente es justo (ojo por ojo, diente por diente), en mi opinión tiene algo de injusticia.

JUSTICIA "Principio moral que lleva a dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece". En el hecho de causar el daño intencionado de una venganza, no hay principio moral. O es una moral muy inmoral.

La venganza es, sin duda, un asunto de un ego herido.

Ante el agravio que se siente –que puede estar desfasadamente magnificado- se manifiesta ese deseo de pagar con la misma moneda y obtener el resarcimiento que, dentro de uno, deje la sensación de empate –y si es posible y podemos vengarnos con más intensidad que la que hemos recibido, mejor-, y de haber ocasionado –por lo menos- el mismo dolor que le han ocasionado a uno.

¿Quién promueve esa necesidad de administrar esa justicia injusta?

¿Quién se ha sentido herido y reclama un castigo?, ¿Qué parte de uno?

Si uno indaga lo suficiente, encontrará que es el ego, y no la persona, quien está detrás de ello. Y es LA PERSONA quien tiene que darse cuenta de que en este caso no hay que satisfacer el deseo del ego.

Si uno quiere ser ecuánime ante un caso que le ha dolido o enfurecido tanto que ha despertado al guerrero vengador, deberá ver todo el proceso y ver con atención el contexto en que se ha desarrollado y, sobre todo, ponerse un poco –por lo menos- en la piel del ofensor.

Es muy posible –pero que muy posible- que el otro sea una víctima más que un verdugo, y es muy posible –en bastantes casos es posible, porque en otros casos hay claramente una intención de hacer daño- que no haya sido causado con premeditación y alevosía, sino que haya sido un acto descomedido, o un acto de su ego inestable y descontrolado, o un arrebato de furia propasado, y es posible –pero que muy posible- que si uno hubiera estado en el lugar del otro, y hubiera tenido su educación y vivencias, y estuviese atravesando las mismas circunstancias, hubiese actuado exactamente del mismo modo.

Con esto no estoy tratando de justificar al otro, sino que manifiesto que yo siento que hay que reflexionar antes de precipitarse. Que hay que valorar el resultado de una venganza, que puede que no sea justa ni adecuada ni necesaria. Que hay que entender cuánto de inmoralidad pudiera haber en el hecho de vengarse.

Si juzgamos mal al otro por el hecho que ha cometido y nosotros cometemos el mismo acto –aunque aparente que con ello se consigue una equidad-, en realidad estamos comportándonos como el otro, y por lo tanto merecemos la misma calificación. Incluso merecemos una peor y, sobre todo realmente merecida, porque no sabemos cuánto de inconsciencia había en el causante del deseo de venganza, pero sí podemos afirmar que en nuestra actitud vengativa sí hay intención consciente y decidida de hacer mal.

Yo no soy de los que opinan que cuando te pegan hay que poner la otra mejilla. Soy de los que creen que no es necesario pagar con la misma moneda, y que hay que presuponer –salvo que sea claramente manifiesta la intención agresora del otro- un poco de inocencia mientras no se demuestre la culpabilidad.

La venganza no nos satisface del todo. El ego puede quedar satisfecho, pero tú, yo, la persona, jamás se puede quedar en paz al haber hecho un mal conscientemente.

Date cuenta de esto.

Te dejo con tus reflexiones…

Francisco de Sales

“Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio)

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