LA CULPABILIDAD NO NECESITA CASTIGO

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LA CULPABILIDAD NO NECESITA CASTIGO

En mi opinión, la culpabilidad no necesita inevitablemente un castigo.

Al reconocerse uno culpable, ya está pagando su culpa.

En ese acto de contrición, donde la conciencia es testigo primordial y juez al mismo tiempo, uno comprende que no ha obrado del modo adecuado de acuerdo a sus normas éticas y principios, y en ese momento ya siente la culpa en su alma, y ese abatimiento silencioso, ese dolor interno, ya le hace a uno penar y pagar.

Porque es en ese instante cuando uno toma consciencia real y directa de lo que ha causado, y es más valioso que uno se dé cuenta por sí mismo, en sí mismo, y lo acepte, que si mil personas le dicen lo mismo que él se acaba de decir.

Su sentimiento emocional es innegable, porque en su integridad ha comprendido el alcance de lo hecho.

Si mil personas se lo dicen puede auto-justificarse, auto-engañándose, diciendo que los otros están equivocados en su juicio, que lo que los otros dicen es solamente una opinión, o pueden recurrir a escudarse y excusarse en la mayoría, diciendo que lo suyo no es tan grave porque la mayoría de la gente hubiese hecho lo mismo en su caso.

La conciencia impone un sufrimiento interno, a partir del cual se puede subir un escalón hacia arriba –y crecer- o bajar un escalón –que sería la caída, el infierno, el dolor como castigo prolongado innecesariamente-.

En el arrepentimiento ya se paga la culpabilidad.

El darse cuenta es la pena. Y no hace falta más.

La culpabilidad no ha de llevar aparejada una penitencia en el peor de los sentidos de la palabra, ya que tanto puede ser “Dolor y arrepentimiento que se tiene de una mala acción, o sentimiento de haber ejecutado algo que no se quisiera haber hecho”, como también puede ser “Serie de ejercicios penosos con que alguien procura la mortificación de sus pasiones y sentidos”.

Sí me parece bien la primera acepción de la palabra “penitencia”, pero no estoy de acuerdo con la necesidad de la segunda.

Conviene más despenalizarse, y no añadir un castigo adicional.

Ya me parece suficiente con la aflicción que produce la asunción del “error”. En mi opinión, eso es un tormento que punza más que cualquier otra pena que uno se pueda infligir.

No es necesario infligirse más dolor si uno es una persona íntegra, ética, honorable y honrada, y es capaz de reconocer cuando no ha obrado de acuerdo a su código moral. Su propio juicio y examen de conciencia, y el sentimiento que le provoca el darse cuenta, es el justo castigo. Y ya no necesita ya más.

Si uno es justo, no cometerá la injusticia de causarse más daño.

Te dejo con tus reflexiones…

Francisco de Sales

“Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio)

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