EN PARAÍSO CON LOS PESCADORES

LUGAR: PARAISO TABASCO.

Año: 2009

MES: FEBRERO

NOMBRES: VÍCTOR HUGO H; UNA FAMILIA DE PESCADORES. EL PAPÁ EL “BABY” L. SU HIJO SERGIO L. Y LA MAMÁ DEL “BABY” DIAMANTINA L. FINALMENTE UN INGENIERO DE PEMEX FRANCISO S.

Por varias semanas tuve mucha comunicación por correos electrónicos, teléfonos fijos y celulares con mi amigo Víctor Hugo H. Siempre en su búsqueda de desarrollo espiritual y con dones especiales de receptividad para prácticas de sanación, organizaba un grupo de personas que estuvieran interesadas en conocer más de La Reconexión y sobre todo en experimentar sanaciones y reconexiones.

El día llegó y organizamos en un pequeño hotel nuestro evento que resultó todo un éxito por la cantidad de personas que se hiceron sanaciones y reconexiones y por los resultados de luz y amor que en cada uno de ellos quedó.

Fue tanta la aceptación que regresé con mucho gusto a atender un segundo grupo ahora en Comalcalco, muy cerca de Paraíso.

La vida me tenía deparada más sorpresas y más extraordinarios regalos con La Reconexión.

Después de hacer sanaciones y reconexiones mi amigo Víctor Hugo me preguntó:

-Oye Manuel cuánto me cobras por atender a una familia de pescadores muy pobres que están muy mal de salud y ya les he hablado de las sanaciones que hacen, si quieren pero son muy pobres para pagarte-

Le contesté –Víctor, tú NO tienes que pagarme a mí, ellos encontrarán la forma de pagarme, ellos son los que recibirán las bendiciones y ellos son los que cerrarán el círculo de la sanación-

A lo que Víctor me dijo: -Manuel, no me entiendes, ellos son pobres-

Inmediatamente le repliqué: -Si se lo que es ser pobre, te entiendo bien lo que me dices pero te repito, ellos tendrán que pagarme-

Víctor por última ocasión replicó: -Solamente comen tortillas con coco.

Le dije: -Perfecto vamos por la tortilla con coco-

Antes de llegar bajamos a comprar pollos rostizados, papas y refrescos y fuimos a ver a los pescadores.

Siempre llevo mi camilla y era la primera vez que haría una sanación en la playa y de fondo el mar, la brisa, el sol y el ambiente único de la naturaleza.

Tiempo después llegamos a la playa, bajamos las cosas de la camioneta de Víctor y salieron los pescadores muy sonrientes a recibirnos.

Estaban descalzos, en una choza de palma, había un anafre y una olla de barro, ese era un buen día para ellos había ¡frijoles ! Más los pollos que llevábamos era definitivamente un día de fiesta.

Después de la comida a un lado de la choza, inicié mi sanación primero con el niño que no podía centrar la atención, tenía un cierto grado de retraso y esquizofrenia, a la abuela del niño que tenía diabetes, presión alta, cansancio, depresión y al “baby” que estaba muy envejecido a pesar de ser un hombre joven, baja energía y problemas digestivos.

Después de unas horas terminé la sanación y todo ocurrió “bien” a secas, un poco complicado con el niño que se levantaba de la camilla, se bajaba, jugaba, se reía, volteaba, tocaba mis manos.

Tuvimos que dormirlo para hacerle la sanación.

Oscurecía cuando nos despedíamos y finalmente recibí mi pago: ¡Una enorme tortilla con sal, que gustosamente compartí con Víctor.

Llegaba a mi hotel pasadas de las 9 de la noche, estaba cansado pero contento, cuando ví en el mostrador del hotel a un hombre joven, delgado no más de 35 años, con una camisa beige, lentes, y a la altura de su corazón un bordado con el logo de “PEMEX”

De inmediato me abordó y me saludó: -Hola Manuel, te estoy esperando para que me hagas una sanación-

Le dije: -Ingeniero, sería mejor mañana, la verdad quisiera descansar creo que la práctica sería mejor para ti, mañana.-

Me respondió: -Manuel te he esperado por horas y ojalá pudieras atenderme ahora mismo-

No lo pensé más, por un sentido de responsabilidad profesional acepté y subimos a mi cuarto.

Acomodé la camilla y no hubo más palabras, no me dijo que padecía y yo no le pregunté, parecía saludable, bueno eso no importaba mucho, así que me centré en hacer mi trabajo de sanación.

La sanación duró más o menos 20 minutos, los “registros” fueron más que normales, movimiento ocular, suave movimiento de párpados, pequeños movimientos de en dedos y suspiros.

Cuando terminamos, se levantó y sin decir nada seguía haciendo exhalaciones profundas, nada fiera de lo normal bueno para mí.

El se mostraba muy emocionado, le pregunté que era lo que le pasaba y sentía y me dijo:

-Hace unos pocos meses fui víctima de un asalto, durante el cuál me pegaron en la cara con una cacha de una pistola.

Desde ese tiempo solamente podía hacer inhalaciones y exhalaciones cortas, durante la sesión sentí que algo que obstruía entre mi nariz y mis pulmones se destapo y pude por fin, después de varios meses, respirar profundamente.

No salía de su asombro, -ni yo tampoco- cuando comenzó a morderse los labios levemente y pasar su lengua por ellos y por entre las encías.

Estaba nuevamente extasiado en lo que le había ocurrido y le pregunte lo mismo -¿Ahora que es lo que te pasa? Y me contestó.

-Producto de esos golpes tenía otros 2 grandes problemas problemas de visión e insensibilidad en los labios, como cuando vas al dentista y te anestesian, sientes después labios y encías dormidos.

Bueno así me pasaba, pero ¡AHORA YA PUEDO SENTIR NUEVAMENTE MIS LABIOS, MI LENGUA, MIS ENCÍAS! Quiso comprobar si su visión había sanado, pero aún no.

No obstante salió feliz y yo me quedé igual, maravillado y feliz, era increíble lo que nos había sucedido.

Al otro día tenía ya citas de sanación y reconexión desde temprano.

Amaneció y recibí una llamada, eran 8 familiares de Francisco que querían que les hiciera una sanación.

Algunos los pude atender otros ya no, hasta mi siguiente visita a Comalcalco.

Referente a los pescadores los 3 sintieron mejorías y no los volví a ver. Creo que también ayudaron a que se multiplicara la increíble sanación de Francisco.

¡Gracias Dios mío!

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