EL MISTERIO DE LA NAVIDAD

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HISTORIA DE LA NAVIDAD
En las cercanías había unos pastores que pasaban la noche a la intemperie,
velando el rebaño por turno. Se les presentó el ángel del Señor: La gloria del Señor
los envolvió de claridad y se asustaron mucho.
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El ángel les dijo:
-Tranquilizaos, mirad que os traigo una buena noticia, una gran alegría, que
lo será para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un salvador,
el Mesías, el Señor. Y os doy esta señal: Encontraréis un niño envuelto en pañales y
acostado en un pesebre.
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De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial, que
alababa a Dios diciendo: Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres
que Él quiere tanto.
Lucas 2: 8-14
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LOS MISTERIOS DE LA SAGRADA NAVIDAD

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SIGNIFICADO ESPIRITUAL DE LA ÉPOCA DE ADVIENTO
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La época de Adviento es conocida como tiempo de purificación y de
preparación. Es la época en la que el aspirante trata de sincronizarse más plenamente
con los gozos de la próxima corriente crística de la Navidad. Y, si conoce algo sobre
el significado de la Iniciación Mística Cristiana, entrará con mucha más profunda
comprensión en las disciplinas de la época de Adviento.
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Los primeros discípulos de Cristo observaban este período como muy
apropiado para recibir nuevas revelaciones desde lo alto y como especialmente
propicio para su desarrollo espiritual. Se llevaba a cabo una determinada preparación
para lo que ellos esperaban recibir cuando el Adviento alcanzase su hora cumbre en
la Noche Santa.
En armonía con las influencias zodiacales, el Adviento tiene lugar cuando el
sol está pasando por el signo de Sagitario. Éste es el signo del verdadero éxtasis del
alma y de la videncia. Los antiguos devotos se referían frecuentemente al período de
Sagitario como el del "Festival de la Luz", dado que es el tiempo en que la radiación
de la luz crística impregna la Tierra más completamente.
El Adviento, ordinariamente, comienza el último domingo de noviembre y
culmina en la áurea gloria del Solsticio de Invierno. Para un cristiano esotérico
abarca tres etapas o grados que alcanzan su cúspide a las doce de la Noche Santa.
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Este período de preparación y progreso se refiere, no sólo a las cuatro semanas de
Adviento, sino también a determinados estadios de desarrollo espiritual relacionados
con estas cuatro semanas.
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Durante la semana siguiente al Primer Domingo de Adviento, el trabajo es el
preparatorio o de Primer Grado. También se le designa como Grado de la
Anunciación. La Virgen María fue el primero de nuestra Humanidad en alcanzar el
poder impartido por este Primer Grado a alguien merecedor de ello; un hecho
comprendido por los primeros cristianos y que es una razón de que María ocupe un
lugar tan importante en las meditaciones y ceremonias relacionadas con el Adviento.
El Grado de la Anunciación se relaciona primordialmente con el cultivo de la
pureza. La mayoría de los estudiantes, sin embargo, tienen una muy leve idea sobre

el significado de esta cualidad, como uno de los más importantes aspectos del
desarrollo espiritual. No saben que la pureza, lejos de ser una condición estática, es
una fuerza dinámica en la vida del aspirante. Cristo lo enfatizó cuando dijo:
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"Bienaventurados los puros de corazón, porque ellos verán a Dios". A los iniciados
de las antiguas Escuelas de Misterios se les sometía a largos períodos de prueba para
el cultivo de la pureza de la mente, del alma y del cuerpo, puesto que ella condiciona
a todo el ser humano, influyendo en cada pensamiento, palabra y obra.
Lo anterior explica por qué al Grado de Anunciación se le llama también
Grado de la Pureza.
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Una de las etapas iniciales en la purificación del cuerpo físico y del cuerpo de
deseos del hombre se relaciona con el alimento. Ningún aspirante sincero puede
aceptar el sacrificio de los hermanos menores del reino animal para gratificar sus
apetitos corporales y su confort. Con la eliminación de la ingestión de carne se
produce la sensibilización del vehículo físico. Ello da por resultado una mayor
receptividad para las impresiones del alma y para la ideación espiritual. Por eso llega
un momento en que los aspirantes desean alimentar sus cuerpos solamente con los
frutos de la tierra, de los cuales la naturaleza provee en abundancia.
A medida que se progresa hacia la obtención del Grado de Pureza o
Anunciación, el aspirante descubre, dentro de sí, una creciente fuerza para
sobreponerse a los pensamientos y emociones negativos y destructivos; y, cuando
éstos han sido dominados, su conciencia queda centrada en lo bueno, lo verdadero y
lo hermoso. Este Grado encuentra perfecta expresión en la divina María. Su vida fue
tan pura y fragante como un lirio. La contemplación de su vida es, por tanto, de un
valor primordial para el cultivo de la pureza, el Primer Escalón en el Sendero del
Logro.
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El importante lugar ocupado por María, con relación a los Discípulos de
Adviento no termina con la primera semana, sino que continúa, con cada vez más
profunda significación, a lo largo del resto del período.
Con el crecimiento de la pureza, las facultades superiores de otros centros se
desarrollan gradualmente. Y, cuando entran en actividad, proporcionan la capacidad
para percibir los mundos celestiales y a sus gloriosos seres. Fue después de haber
desarrollado María estos poderes y perteneciendo al Grado de Anunciación, cuando
se hizo consciente de la siempre presente compañía de los ángeles. Tan estrecha fue
su asociación con el reino angélico que fue conocida por los primeros cristianos
como la Reina de los Ángeles y de los Hombres.
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El Segundo Grado está, por supuesto, atribuido a la Segunda Semana de
Adviento. Éste es el Grado de la Inmaculada Concepción. Aquí, de nuevo, la Virgen
María aparece como la suprema encarnación de este sublime logro. Es durante este
período cuando María, asistida por las huestes angélicas, se acerca a la Tierra para
otorgar su bendición a toda la Humanidad. Su "Yo soy la Inmaculada Concepción"
conlleva la promesa de un logro que todos los aspirantes alcanzarán un día. Cuando
se ha pasado el Segundo Grado, ya no existe la muerte, y el hombre mortal adquiere
la inmortalidad.
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Al alcanzar este Grado, María pasó a ser el prototipo para la Inmaculada
Concepción. Aquí se encuentra la razón de que una rama de la iglesia cristiana
declare que, incluso el cuerpo físico de María fue trasladado a los mundos celestiales
con toda la belleza y pureza que había alcanzado durante su condición terrenal.
Cuando la Humanidad, como un todo, alcance este elevado nivel de desarrollo,
no habrá más enfermedades, deformidades ni desajustes, tan comunes en la raza
actual; y el hombre comprobará que, realmente, fue creado a imagen y semejanza de
Dios. María leyó los anales sobre lo que había de venir en edades futuras y comprobó
que ella misma tenía que servir como prototipo de esa Inmaculada Concepción, que
toda la Humanidad tendrá que demostrar finalmente cuando, según sus propias
palabras, todo el mundo se levante y la llame bienaventurada.
El Tercer Grado, asignado a las dos semanas finales de Adviento, es el Grado
del Santo Nacimiento. Aquí nos acercamos al corazón mismo de los Misterios
Cristianos. Cristo vino como el supremo indicador del Camino. Lo que Él alcanzó
debe ser alcanzado algún día por todos los hombres. El místico alemán Ángel Silesio
lo expresó así: "Aunque Cristo naciera mil veces en Belén, si no nace en ti, tu alma
está perdida".
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Como se ha dicho, el Cristo-Niño nació en un pesebre, donde las bestias
comían, porque no había habitación en la posada. Este hecho encubre uno de los más
recónditos secretos de los Misterios Cristianos. La escena del pesebre, de la
Natividad, simboliza el nacimiento de Cristo en el hombre. Hasta después del Grado
de Purificación, el santo bebé no puede ser movido del pesebre (naturaleza inferior)
para encontrar su lugar en la posada (centro craneal o naturaleza superior). La acción
alquímica de este proceso consiste en elevar el fuego espinal espiritual, desde la base
de la espina dorsal hasta el corazón (Jerusalén, la Ciudad de la Paz) y, desde allí,
hasta la cabeza (Belén, la casa del Pan). En la escena del pesebre se representa
generalmente a María y José arrodillados en adoración, cada uno junto a un ángel.
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Representan las fuerzas masculina y femenina, despertadas e iluminadas, en
armónica interacción. Cuando estas fuerzas se entretejen, vivifican los centros
craneales situados en la glándula pineal, cargada masculina o positivamente, y el
cuerpo pituitario, cargado femenina o negativamente. El resultado de esta interacción
es la iluminación espiritual. El tercer ventrículo, en el cerebro, que conecta las dos
glándulas, se convierte en el pesebre en el cual Cristo nace y descansa. La habitación
está preparada para Él en la posada. Su aura llena de tal modo todo el cuerpo que se
convierte en un verdadero templo de luz. La realización del Cristo Interno por un
aspirante es la triunfante consumación de la búsqueda, y la culminación del proceso
evolutivo correspondiente al presente Período Terrestre.
Los pastores en el campo y los sabios que fueron a adorar al Cristo-Niño son
una parte importante del proceso espiritual representado por la época de Adviento.
La Biblia relata que los pastores estaban vigilando sus rebaños por la noche, cuando
los ángeles se les aparecieron y les ordenaron seguir la estrella que los conduciría  a Belén. Los pastores eran los aspirantes o neófitos que habían pasado por el Grado de Purificación y por ello habían alcanzado la comunión con seres de los mundos celestiales, que les dijeron que siguieran la estrella, su propio Yo Superior, hasta el
lugar del Santo Nacimiento.
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Los sabios de Oriente también seguían la estrella trayendo con ellos raros y preciosos regalos para depositarlos a los pies del Niño-Cristo.
.Estos sabios eran
discípulos que habían pasado el Primero y el Segundo Grado de los Misterios Cristianos. Llegaron, pues, con sus brillantes regalos, símbolo de la esencia sublimada del cuerpo físico que, unida a las fuerzas espiritualizadas del cuerpo
etérico, el cuerpo de deseos purificado y la mente espiritualizada, crea un cuerpo de luz radiante. Éste es el "dorado traje de bodas" con el que cada discípulo debe
revestirse antes de entrar a la presencia de Cristo. El vaso dorado de perfume que
María Magdalena colocó a los pies del Maestro, tiene el mismo significado.
Cada aspirante que holla el Sendero de los Misterios Cristianos aprende a
seguir la estrella gloriosa de su propia naturaleza superior, que le guía siempre a lo largo del camino que conduce a Jerusalén y, luego, a Belén.
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Como ya se ha dicho, la época de Adviento alcanza su clímax en la Noche
Santa del Solsticio de Invierno. Un pensamiento-simiente para la meditación en ese tiempo es el deseo de emular a los sabios que siguieron la estrella que conduce hasta
el Cristo-Niño.
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