Carolina una mujer de la alta sociedad, con bastante prosperidad
Sus padres la amaban; todos los hombres del pueblo la deseaban
Ella era radiante y bella; querida doncella
Carolina buscaba un amor limpio como el cielo, la alma gemela perfecta era su mayor anhelo.
Felipe un joven humilde labrador, fuerte, tierno y soñador
Un día Carolina salió al campo a pasear, la naturaleza era su gran amar
A lo lejos observó cómo un hombre alimentaba a las aves; ella estaba a punto de descubrir su preciosa llave
Carolina se acercó y le dijo: buenos días amable joven, usted con su bondad de Dios es un gran hijo.
Él le respondió: gracias señorita, por sus lindas palabras y agradable visita
Amo lo creado y divino; parece que usted también, eso adivino
La joven le sonrió y la mano le pasó
Mucho gusto Carolina, una mujer alegre y de mucha adrenalina.
Él sonrió y dijo, el gusto es mío, Felipe para servirle; usted es una bella y amable princesa, déjeme decirle
Carolina hace un gesto de gratitud, le estrecha la mano y por sus corazones pasa una agradable plenitud
Desde ese día se frecuentaban, al poco tiempo a escondidas se amaban
Besos y caricias puras espacian por sus pieles, eran las almas gemelas más bellas y fieles.
A l poco tiempo, los padres de Carolina, le encontraron un rico pretendiente, un hombre falsamente valiente
Ella no lo quiso aceptar, pero sus padres a la fuerza la iban hacer casar
Carolina escapó de su hogar, partió donde su gran amar
Ambos escaparon, a un reino lejano viajaron.
Los padres de Carolina la buscaron, pero nunca la encontraron
En una humilde parcela, vivieron felices; su amor fue eterno y de fuertes raíces
Ellos, una bella familia conformaron, desde esa época medieval por siempre se amaron
Gracias Dios por el amor interior, la riqueza más grande de honor.
Bendiciones,
Yider Elder Araque Cerón
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